El Levante UD se despidió, de forma cruel con un gol en contra de rebote y en la prórroga en el partido de vuelta de semifinales de la Copa del Rey ante el Athletic Club, del sueño de jugar una histórica final copera, pero ahora aspira a levantarse y pensar que puede luchar por otra gesta, como sería clasificarse a través de LaLiga Santander para jugar el próximo curso en Europa.
La Copa, en realidad, era el sueño más real de todo el vestuario. El propio entrenador, Paco López, había admitido esta temporada, antes incluso de empezar el torneo, que creía que podían llegar lejos y la plantilla, con el altavoz de su capitán, José Morales, había dicho prácticamente lo mismo.
El club, aunque había mantenido la prudencia, también era consciente de la importancia que hubiera supuesto el hecho de haberse colado en su primera final. El FC Barcelona era el rival y un partido por un título ante Leo Messi y compañía habría colocado al Levante en el foco del fútbol mundial durante al menos un par de horas.
Tras quedar apeado de forma cruel en la Copa del Rey, el club tiene ante sí un nuevo e ilusionante objetivo para la temporada.
El premio era doble, ya que en caso de haber eliminado al Athletic Club el Levante también habría participado en la próxima edición de la Supercopa y se habría codeado de nuevo con los mejores equipos del fútbol español.
A nivel económico el impacto hubiera sido también mayor. Es cierto que jugar e incluso ganar la final de la Copa del Rey no supone una suculenta fuente de ingresos, pero sí que lo es participar en la nueva Supercopa impulsada por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).
Y el Levante, curiosamente, no anda sobrado de dinero. De hecho, el club valenciano confirmó en su última Junta General de Accionistas que tiene la obligación de vender futbolistas por un importe de 16,5 millones de euros antes del próximo 30 de junio.
Sin la posible inyección económica a través de la Copa del Rey, el equipo de Paco López tiene ahora tres meses por delante en la Liga para buscar la mejor clasificación y luchar por la que sería la segunda participación en una competición europea en sus casi 112 años de historia.
Colocado en la novena plaza y con 32 puntos, el Levante está a cinco del séptimo puesto que ahora ocupa el Villarreal, aunque casi más importante que la distancia numérica es saber cómo se repondrá anímica y físicamente la plantilla del golpe sufrido ante el Athletic Club.
El calendario, además, no es el mejor. El domingo visita a la Real Sociedad en Anoeta, el próximo viernes 12 de marzo recibe al Valencia en el derbi y una semana después jugará en Sevilla contra un Betis claramente al alza.
En el levantinismo, por su parte, esta desilusión nada tiene que ver con otras tardes o noches de lágrimas. La decepción por un descenso a Segunda, Segunda División B o incluso a Tercera o lamentarse por un ascenso frustrado no tienen comparación alguna con haber perdido la oportunidad de jugar una final.