El Levante UD está obligado a cambiar radicalmente si quiere tener opciones de salvar la categoría. Actuaciones como la de este lunes ante el Granada tan sólo invitan al pesimismo más absoluto. En el Levante nada funciona y casi todo falla. LaLiga Santander ya ha consumido un tercio de los partidos y el equipo granota no conoce el triunfo y lo peor de todo es que no parece tener claras las vías que se encaminan hacia la o las soluciones. Entretanto, el Levante sigue perdido y los rivales directos suman puntos en incluso ganan partidos como este fin de semana el Getafe. No es fácil determinar si la dirección de Javi Pereira es mejor, peor o indiferente respecto a la era Paco López más cercana. Lo único que se mantiene como un realidad incontestable es la sarta de graves errores defensivos por parte de la defensa levantinista. Este lunes, esa suerte ha sido elevada a la máximo potencia.
Todas las alarmas están encendidas en la parroquia granota. Su equipo se dirige irremediablemente hacia donde nadie quiere. Una pesadilla que encuentra su única esperanza en los muchos meses que restan todavía hasta el final de LaLiga. El Levante suma tan sólo 6 puntos en 12 partidos y aunque todas las comparaciones son odiosas, el actual Levante sale perdiendo con el del último descenso en la temporada 15-16. Por aquel entonces, el Levante sumaba 10 puntos en 12 jornadas. Por aquel entonces, Rubi ya había relevado a Lucas Alcaraz y el catalán tampoco había sido capaz de cortar la sangría defensiva que asolaba y asola al Levante. 23 goles en contra son los que llevaba en aquella Liga a estas alturas y 23 son los que ha encajado en estos momentos de la temporada.
Y es que la pesadilla dura y dura y mientras, los aficionados bajos su nueva cubierta piensan en cómo quedará el espectáculo de luces en otra categoría si el equipo no reacciona como es debido.