El Levante UD no pudo hacer bueno aquello de Nuevo Año, vida nueva. Ni siquiera se le acercó. El 2022 volvió a ser como la mayor parte de 2021. El Levante demostró su peor cara y su versión más apática ante el Villarreal de Unai Emery, que tampoco tuvo que hacer demasiado para sacarle los colores a un equipo granota desnortado y que cada vez ofrece menos sensaciones de poder reaccionar en una temporada que va camino de hacer historia por los números negativos del cuadro granota. No obstante, lo que más indigna a la afición levantinista es la imagen que está acostumbrando a dar su equipo por los estadios de LaLiga Santander. En ocasiones, el Levante trata de dar el do de pecho y los errores tácticos le penalizan, otras, simplemente, adolece de actitud y espíritu. Es precisamente lo que ocurrió en La Cerámica este lunes. Incomparecencia e inoperancia, otra vez. Ninguna solución.
El Levante no gana un partido de LaLiga desde la pasada campaña, concretamente, desde el 10 de abril de 2021 cuando se impuso por 1-0 al Valencia en el derbi. Desde entonces, ha encadenado un total de 27 partidos en la competición doméstica en los que no ha conocido la victoria.
Sólo algunos valientes hinchas granotas se atrevieron a personarse en el Estadio de la Cerámica en el tercer día de 2022. Un ejercicio de moral y optimismo. A las primeras de cambio, esas perspectivas quedaron frustradas.
Tras lo protagonizado por el equipo granota sobre el verde los aficionados levantinistas cargaron contra los jugadores y contra el presidente con los habituales cánticos. Quico Catalán pudo escuchar desde su posición el clásico ¡Quico vete ya! y los futbolistas no escaparon del soniquete de ¡Futbolistas mercenarios! o el ya recurrente ¡Esta camiseta no la merecéis!