El Levante UD ha sumado un nuevo punto tras empatar contra el Valencia CF en el feudo de Mestalla. Los granotas lo intentaron todo, pero el gol no estuvo de su parte en este derbi valenciano que ha terminado por significar más una bala perdida para los de Alessio Lisci que una oportunidad aprovechada, y es que las circunstancias no se pusieron precisamente en contra de los de Orriols.
Eran las 18.30 de la tarde del sábado y se respiraba puro ambiente de derbi por las calles de Valencia. Las afición blanquinegra llenaba los aledaños de Mestalla, mientras que los azulgranas se concentraban para partir desde Orriols hasta territorio enemigo. Una vez todos dentro del feudo ché, el espectáculo estaba servido. Pasan los minutos, ambos equipos se tantean, pero el primero en golpear fue Bordalás gracias a un gol imparable de Hugo Duro, y es que poco pudo hacer Cárdenas con ese balón que tocó en el triángulo de la escuadra y decidió entrar.
Sin embargo, las cosas se pusieron de cara para el Levante a los tres minutos, cuando Figueroa Vázquez expulsó a Gayá tras una revisión del VAR donde presuntamente vio agresión sobre un futbolista azulgrana. Con esto, los de Alessio Lisci trataron de asediar más el área rival, pero un providencial Mamardashvili evitaba el empate en una ocasión tras otra.
Ya en el segundo tiempo, el técnico italiano salió con todo, pero de poco sirvió. El tiempo pasaba y los nervios aumentaban, no sumar en Mestalla era prácticamente la condena para los granotas, que vuelven a ser colistas tras la victoria del Deportivo Alavés. Nervios, lágrimas acudiendo a los ojos, las que toca contener porque todavía queda tiempo de partido. Y es entonces, en ese preciso momento, cuando la frustración y la importancia parece apoderarse del cuerpo al ver que el balón no quiere entrar, incluso con un balón al larguero de Bardhi, cuando los de Orriols vuelven a ver la luz. Jugada típica: córner en corto para Morales, que centra, y ahí está, ahí está esperanza en forma de cabezazo de Duarte que termina dentro de la red.
'Sí se puede' vuelve a pasarse por la mente de los levantinistas. El Levante ataca, lo intenta, no piensa tirar la toalla y mucho menos bajar los brazos. Los minutos pasan y el Valencia también se acerca. Más nervios, ese miedo a la remontada del eterno rival. Pero esta no llega. sino que llega el pitido final. Ese que te obliga a pensar ¿todavía se puede? ¿ha aprovechado el Levante lo suficiente este partido o se queda corto el empate con todas las ocasiones que se han tenido ante un equipo que ha jugado 60o minutos con diez futbolistas?
Toca creer, granotas, porque las matemáticas así lo dicen, y el juego del equipo las acompaña. Quedan cuatro finales, y nunca hay que dar por muerto a quien ya "ha muerto y ha resucitado".