Carlos LópezSan Sebastián, 12 may .- De pequeño Xabi Prieto no quería, como otros, ser futbolista; su meta era sólo jugar en la Real Sociedad y vestir la histórica camiseta del club dos veces campeón de Liga a principios de los 80.
Hoy, tras cumplir 531 veces su sueño y después de quince años de fidelidad blanquiazul, aquel niño que metió sus primeros goles en la playa de la Concha se instala en el Olimpo txuriurdin junto a nombres tan ilustres como Arconada, Zamora, Satrustregi o López Ufarte.
Al anunciar, a los 34 años, su retirada al final de la temporada, Prieto es un motivo de orgullo para la Real Sociedad, único club en el que ha militado a lo largo de su trayectoria profesional y que lo ha convertido en todo un ejemplo para los más pequeños de cómo, en la época de los fichajes astronómicos y de las cifras mareantes, es posible que un canterano de calidad indiscutible como él haga toda su carrera deportiva en el club de su vida.
"Es sencillo. Cuando en un sitio te sientes querido, valorado, estás en tu ciudad, con tu gente, con tu familia y tus amigos, uno no necesita más", resumía recientemente con modestia el capitán realista. Un "privilegiado", según sus propias palabras, por poder poner fin a su trayectoria en el equipo que siempre ha querido y que sólo aspira a que la gente le recuerde como "una buena persona", un futbolista honrado que "ha sido fiel a sus colores" y que siempre ha intentado hacerlo "lo mejor posible".
Una entrega absolutamente reconocida por una afición realista que aún hoy no termina de comprender cómo ningún entrenador de la selección absoluta llegó a fijarse en la extraordinaria calidad del centrocampista donostiarra, capaz de inventar un regate imposible como la "prietinha" para romper la cintura al zaragozista Paredes y que llegó a jugar en la sub-21 con futbolistas como Iniesta, Silva, Cesc o Ramos.
"One club man" (hombre de un único club) es la expresión con la que son conocidos en Inglaterra los futbolistas como Xabi Prieto, "raras avis" que con su trayectoria deportiva hacen más grandes a los clubes a los que juran amor eterno y que en el caso del realista marca a las perlas de la cantera txuriurdin, como Oyarzabal, Odriozola y Zubeldia, el camino del compromiso que otros rehusaron recorrer.
La retirada de Prieto, el quinto jugador que más partidos ha disputado con la Real Sociedad, sólo por detrás de iconos como Górriz, Larrañaga, Zamora y Arconada, deja ahora huérfana de referentes a una afición para la que es un auténtico ídolo desde que, tras el descenso del club a Segunda División en 2007, desoyó los cantos de sirena de clubes como el Ajax de Ámsterdam o el Athletic -eterno rival realista- para quedarse en San Sebastián y afrontar el reto de devolver a Primera a su club de siempre.
Xabi, que había llegado a la Real procedente del equipo de su ikastola cuando aún era juvenil, aceptó el guante que le lanzó entonces el presidente, Jokin Aperribay, para, con el simbólico número diez a la espalda, liderar a una plantilla llena de jóvenes que sólo tres temporadas más tarde logró el retorno a Primera.
Tres años en los que el capitán donostiarra vivió dos de los momentos que más marcaron su carrera. El primero, tal vez el peor, en 2008 en Mendizorroza, donde a la Real se le escapó el ascenso ante el Alavés al perder 3-2 en el tiempo añadido un partido que ganaba 1-2 a falta de dos minutos para el final.
El otro, posiblemente uno de los mejores, llegó no mucho más tarde, en 2010, cuando con un estadio de Anoeta hasta los topes y miles de aficionados en el exterior, el equipo confirmó el ascenso imponiéndose al Celta 2-0 con un gol suyo de penalti, paradiña incluida, en cuya celebración lamentablemente se lesionó.
Para entonces, quedaba lejano ya en su recuerdo otro de esos días que están grabados en la memoria de todos los jugadores: su debut con el primer equipo el 8 de septiembre de 2003 en un partido de Copa del Rey ante el Oviedo.
Aquella misma temporada, Prieto presentó sus credenciales, nada menos que en el Santiago Bernabéu, donde participó en la victoria realista (1-4) con una asistencia y dos goles, uno de ellos de penalti a lo "Panenka". Nervios de acero desde los 11 metros, una suerte en cuya ejecución se reveló después como un maestro, con un único fallo en los 24 lanzados en su trayectoria profesional.
Desde aquel momento, Xabi encadenó muchas otras alegrías con el conjunto blanquiazul, una de las mayores, la campaña 2012/13, en la que el equipo, a las órdenes de Philippe Montanier, se clasificó para la disputar la Liga de Campeones.
Este sábado, en su última comparecencia en Anoeta, frente al Leganés, la Real Sociedad ha despedido a Xabi con un gesto único en su historia, al sustituir el centenario escudo de su pechera -el balón coronado, envuelto en la bandera txuriurdin tantas veces besado por Prieto-, por un retrato de su capitán, el jugador que deja ahora de ser un referente de la plantilla para convertirse en una leyenda txuriurdin.