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LaLiga se fija en el sueño blanquiazul de la malaguista Pamela

Pamela, en el reportaje con LaLiga.
ElDesmarque

Entre Málaga y Paysandú hay 9.500 kilómetros. Es la distancia que existe entre las dos familias de Pamela González. Su familia natal está en Uruguay, donde soñó con ser futbolista, donde siempre vio el sacrificio de sus padres para que lograse su objetivo. Su familia deportiva está en el Málaga Femenino, el club con el que ha llegado a la élite y con el que lucha para quedarse. Con 23 años, la centrocampista ya sabe lo que es llevar el brazalete. Tras cuatro temporadas en el conjunto malagueño es una de las jugadoras más veteranas de la plantilla. Llegó con el sueño de ser futbolista y, cuatro años después, ha jugado esta temporada en la Liga Iberdrola. Ya puede decir: “Mamá, papá, SoyFutbolista”.

La internacional cuenta en primera persona en un reportaje para LaLiga cómo ha sido el camino hasta hoy. "Mamá, papá, es 24 de agosto de 2015 y acabo de llegar a Málaga. Salir del aeropuerto nos costó horas, trámites burocráticos, pero ya estoy acá. La maleta va llena, pero es de ilusión. Me siento nerviosa y expectante de lo que va a pasar, de lo que voy a ver. Cuatro años después sigo acá y jugamos en la Liga Iberdrola, en la máxima categoría. El fútbol, siempre el fútbol. El mismo que jugaba en casa, por el mismo por el me fui a los 16 años", decía Pamela, que seguía: "Una de las cosas que no voy a olvidar es cuando era pequeña y quería jugar al fútbol y en la ciudad donde vivía no había fútbol femenino. Tenía que irme a la capital y uno de los sacrificios que hacía mi madre era hacer comida casera y venderla para juntar el dinero que me hacía falta para viajar y hacer lo que más me gusta, que es jugar al fútbol".

La jugadora blanquiazul habrá de la relevancia de dejar su país y cruzar el Atlántico para perseguir su sueño. "Ya sabían que el fútbol sería mi gran pasión, lo que me haría renunciar a verlos a diario, a ver crecer a mis hermanas, a las Navidades en familia. Ya son tres sin ustedes. Sé que es algo que elegí yo y ustedes me apoyaron. Acá encontré una familia. Para mí el Málaga siempre lo vi como una familia, me arroparon y me hicieron sentir como en casa. Me lo hicieron lo más fácil posible. Lo definiría como mi segunda familia y a la cual estoy muy agradecida", cuenta Pamela, que vive con una familia malagueña en Benalmádena: "Me abrieron su casa y me hicieron parte como uno más de ellos. No se preocupen, me encuentro bien. Estudiando y jugando al fútbol. Los quiero y los extraño, pero por fin puedo decir: 'Mamá, papá, soy futbolista'".

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