Desde los primeros minutos se pobló La Rosaleda, formando una gran olla a presión. Hubo pitada al Sporting, que también estuvo arropado, y ovación de gala para un Málaga que salió a calentar liderado por el capitán espiritual, Jesús Gámez. Porque el brazalete lo portó Eliseu Pereira, ante la sanción de Weligton y la suplencia de Duda. Martiricos era una caldera blanquiazul desde el calentamiento. Todo el mundo con su camiseta, con su bandera, con su ilusión. El día estaba empujado a la euforia.
Pero, sin duda, el momento estelar fue la previa a la salida al campo de los equipos, cuando afloraron los tifos y las pancartas. ‘Europa es blanquiazul’, de Frente Bokerón, ‘Forza Málaga’, de Malaka Hinchas y una bandera gigante con los colores de la ciudad en la grada de Gol Alto. "Esta es la afición del equipo campeón", se coreó al unísono hasta que los protagonistas hicieron acto de presencia en el verde y se inicio una lluvia de papelillos y un espectacular mosaico en todo el estadio. El himno se cantó más que nunca, completo, y de una forma coral. El sentir general de los aficionados era de una emoción embriagadora.
Pero la eclosión de júbilo estaba reservada para el momento del gol. Para el gol de la Champions, y fue para Rondón en la segunda parte tras aprovechar un buen servicio de Santi Cazorla. La Rosaleda estalló. Y se liberó. Luego llegaron más cánticos, como el dedicado a Pellegrini o el tarareo del ya famoso ‘Yo, boquerón’, de Chandé. "¡Qué bote La Rosaleda!", se oyó también. Aunque la alegría no era completa. Faltaba una puntilla que no llegó. Y daba igual a medias. Se masticaba algo de tensión, un sufrimiento que se hizo máximo con el gol de Falcao en El Madrigal. Pocos minutos después, con algún susto, llegó el final. Y La Rosaleda estalló.
"Al Champions, eoeoe", fue el cántico más utilizado. Hubo odas para todos, para Manuel Pellegrini, ajeno a la celebración final, para Al-Thani, que incluso se asomó por el césped para saludar a los miles de aficionados que aún quedaban tras el partido. El show de Kameni con sus volteretas en el aire, las maneras de Joaquín con el capote antes los "olés" del público, los gritos de "Isco, selección", el recuerdo emotivo para José Carlos Pérez… Todas son ya estampas para las retinas del malaguismo, que ha empezado a escribir su cuento de hadas.
Sporting, convidado de piedra
Dos centenares de seguidores asturianos se recorrieron España para ser invitados de excepción de una fiesta. Se merecen el respeto y el aplauso de una afición que subió junta de la mano hace unos años y que pronto volverán, seguro, a la élite. "¡Sporting!", acabó cantando el estadio en un paréntesis en el jolgorio.
Visitas ilustres
Muchas caras conocidas se dieron cita en el estadio para asistir al partido. Como Luis Milla, seleccionador Sub 21 y Olímpico que vio en acción a dos de sus chicos: Isco y Botía. También se dejó ver el árbitro malagueño de Primera División, José Luis Paradas Romero o el actor Antonio de la Torre.