Daniel Marín. Oporto IIICasi una década después nadie olvida aquel estadio, Do Bessa; aquel equipo, el Boavista; aquel guardameta, Ricardo; y aquella portería en la que el Málaga se quedó a un palmo de narices de unas semifinales de la UEFA. Todo podría seguir igual en el club ajedrezado, pero mucho ha cambiado.
Tal vez demasiado. Mientras el Málaga ha ido a más y paladea la Champions, el Boavista paga en la equivalente a la Segunda División B española un escándalo por amaño de partidos. En sus instalaciones, flanqueadas por sus imponentes panteras, se palpa la decadencia. Se nota en su césped artificial o en sus oficinas sombrías donde parece haberse hecho de noche.
Nuestra visita aprovechando la estancia en Oporto es misteriosa. Litos falta a una cita concertada para elaborar este reportaje y en el estadio nadie nos recibe. Pero la puerta está abierta. Entramos. El silencio es sordo. Hasta que unos operarios nos encuentran curioseando por el museo del club, allanando su territorio. Pese a todo, se muestran encantadores. Y se alegran de vernos. Ellos también recuerdan como si fuera ayer aquel mítico partido que se decidió en los penaltis. Nos cuentan las penas actuales de su club. Algunos que fueron jugadores en la eliminatoria contra el Málaga aún siguen formando parte de la entidad en sus horas más bajas. Petit es el entrenador y Jorge Couto, muy amigo de Litos, el director de fútbol. El presidente sigue siendo el mismo, tras unos años perdido del mapa. Pero la atmósfera en Do Bessa sí entristece. De los 25.000 aficionados que poblaban sus gradas en la única derrota del Málaga en sus 24 partidos europeos, apenas acuden hoy dos o tres mil, todos del barrio de Boavista, en las afueras de Oporto. Son los peajes de una travesía en el desierto que al Málaga le suena de algo.
El equipo blanquiazul sigue presente en la memoria tangible del club, concretamente en la sala de trofeos. Dos banderines iluminan por encima del resto para los ojos de un malaguista de a pie, uno es conmemorativo de aquel partido de la UEFA, el otro, de unos meses después, corresponde a la inauguración del nuevo campo, Do Bessa S.XXI, que se construyó sobre el anterior, y cuyo partido jugó el Málaga. Los operarios que nos guían en la visita aún recuerdan aquel encuentro y el once con el que formó el Oporto: Ricardo, Martelinho, Pablo Turra, Mario Loja, Eder, Anunciaçao, Couto (Luiz Claudio), Pedrosa (Santos), Silva, Jocivalter (Goulart) y Duda. El Málaga formaría con Contreras, Josemi, Fernando Sanz, Litos, Roteta, Miguel Angel, Darío Silva (Dely Valdés), Bravo, Sandro (Canabal), Manu y Musampa (Leko).
Hoy todos en el club ajedrezado van con el Málaga. En Oporto hay varias entidades como el Salgueiros o el Leixoes, pero el FC Oporto y el Boavista siguen siendo enemigos íntimos además de vecinos. Sólo ocho kilómetros separan Do Bessa de Do Dragao. Ocho mil metros entre la pesadilla y el sueño, entre el pasado más dulce y el futuro más incierto.