Es Noticia
Granada
1-0
Málaga

El extraño sabor de la nada

Juanmi, durante el partido.
F. Godoy

Qué extraño es ver al Málaga sin intensidad, sin querer ser más que el rival, sin su hambre característica. Y mira que era eso lo que reclamaba Gracia en la previa. Pero no estaba preparado para ser más que el Granada. Un Granada que no fue nada en realidad, que se limitó a querer. Y querer es poder.
A nada supo este Málaga, a nada supo este derbi. Y todo sin ganas de pensar mal, porque no está el patio para tonterías. Que nadie olvide, antes de repasar lo que fue este partido de fútbol en sí, que los de Gracia llegaban a Granada con 41 puntos, que merecen un respeto por ello. Dicho lo cual, los 90 minutos de este derbi fueron infames.
Parece mentira que el Málaga que todos tenemos en la memoria sea el mismo que saltó a Los Cármenes. Un equipo sin chicha, pasota, que si ganaba bien pero que si no, tampoco pasaba nada. El Granada, sin embargo, demostró que aunque de fútbol andaba escaso, tenía ganas de ganar. Quiso llevar la iniciativa y, a pesar de que no generó muchas ocasiones claras, puso más sobre el tablero.
Kameni fue el mejor del equipo blanquiazul sin lugar a dudas. Salvó en dos ocasiones al conjunto que entrena Javi Gracia en la primera mitad. Dice mucho de cómo estaba yendo el choque. En ataque los malaguistas casi no enseñaron los dientes en ninguna ocasión. Lo mejor fue un tiro lejano de Samu desde la parte lateral del campo.
La primera parte, decíamos, estaba siendo un absoluto suplicio para el espectador medio. Y la segunda no fue menos. Seguía mandando el Granada, que sin amenazar en exceso al portero camerunés del Málaga, invitaba a pensar que si alguien marcaba sería el cuadro nazarí.
Ya avisó Abel Resino en la previa que quería ser un conjunto ofensivo, pero que era consciente de sus carencias a la hora de hacer goles. Por eso quizás el tanto nazarí llegó por culpa de un infortunio del Málaga. Autogol de Camacho en una acción en la que previsiblemente no habría dificultades para abortar el peligro.
El propio Camacho pudo poner en su sitio el marcador con un obús que se estrelló contra la madera, unos minutos después de que Samu Castillejo gozase de una oportunidad más que interesante. Fueron las mejores ocasiones de un Málaga plano en el que Gracia buscó soluciones, sobre todo dando opciones a Amrabat, que ocupó el sitio de Samu.
La aportación del delantero holandés fue nula, muy en la línea de los otros futbolistas del Málaga. Daba la sensación de que no iba con ellos el partido, como si las cosas estuviesen bien así, perdiendo.
Ustedes se preguntarán por qué no se cuenta más del partido. No es nada personal, sólo se cuenta lo que hubo y lo que hubo es nada. Bueno, el Granada sí puede decir que tuvo un par de ocasiones. Una de Foulquier y otra de Córdoba. Y así hasta que el partido terminó. Los jugadores del Granada se abrazaron a Mateu tras señalar el final. Muchos también se habrían abrazado a él, pero para darle las gracias por señalar el final.

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