Hace casi 10 años de aquello, un partido de octubre de 2005 en La Rosaleda. Venía el Atlético de Carlos Bianchi, después revelado en fracaso, a visitar al Málaga de Antonio Tapia, que después sería de Manolo Hierro y acabaría en un descenso inapelable, colista con sólo 24 puntos. Ganó el Atlético en La Rosaleda (0-2).
Aquel día, el coliseo de Martiricos le bajó el pulgar a Fernando Torres, el único jugador de aquel partido que mañana estará por La Rosaleda sobre el césped, falta por ver si como titular. No está Mandzukic en la lista y sí él. Corría el primer cuarto de hora de la primera mitad cuando se inventó un penalti en el área malaguista, al lanzarse contra César Navas. Turienzo picó y señaló pena máxima. Torres, por entonces con 21 años y ya capitán desde tiempo atrás del Atlético, tiró el penalti y batió a Francesc Arnau.
Torres se marchó hacia el fondo con las manos en las orejas y sacando la lengua, un gesto que la afición de La Rosaleda entendió como una burla innecesaria tras fabricarse un penalti y desde entonces el partido se encanalló, con algunos puntos de fricción. Poco después Kezman sentenciaría el partido.
No se queda ahí la historia entre El Niño y La Rosaleda. Previamente, en abril de 2004 vio la primera tarjeta roja de su carrera profesional por un codazo a Josemi en un partido en el que el Málaga de Juande Ramos le ganó 3-1 al del que después sería técnico malaguista Gregorio Manzano. Abrió el marcador Leko y después hubo un doblete de Diego Alonso.
Torres después se convirtió en héroe de la selección, se marchó al Liverpool y lleva más de un lustro sin aparecer por Málaga. Habrá que ver cuál es la reacción en Martiricos si el 19 Atlético sale a jugar este sábado. Tras su paso por Chelsea y Milan volvió a casa. Ha marcado cuatro goles, sólo uno de ellos en Liga, desde que enero regresara.