Jugar un partido así alimenta el ego. Porque sabes que has sido mejor que el campeón de Liga, que has merecido vencer, que si el arbitraje hubiese sido otro quizás no estaríamos hablando de esto. Pero al final es sólo un punto. Y es una pena, porque este ritmo no basta para alcanzar la meta europea.
Es precioso tutear a equipos de este nivel, eso es indiscutible. Tanto para los futbolistas como para el aficionado blanquiazul. Pero se agota la temporada, se ve la meta final. Y ni terminas de coger al sexto ni te escapas de los perseguidores, cuyo aliento comienza a sentirse. El próximo partido es en el Bernabéu. Habrá que apelar a la gesta porque fuera de casa hay que sumar o el sueño se esfuma.
Se dio la vuelta, alzó el brazo y pidió perdón. Carlos Kameni, que tantas veces ha sujetado al Málaga en esta temporada, era el principal causante de que el Atlético de Madrid fuese ganando en La Rosaleda. Un saque de banda infinito con el sello de Gámez que se le fue de las manos al camerunés y dejó el balón para que Griezmann sólo tuviera que empujarla. Mateu le dio ánimos y la afición del Málaga coreó su nombre y le aplaudió. Porque ni Kameni ni el Málaga merecían verse así después de 25 minutos en los que reinó la igualdad en el marcador. Sí hubo un par de acercamientos colchoneros que murieron en Torres.
El delantero, al que todavía llaman 'El Niño' fue quien marcó un gol de justicia. Porque el Málaga siguió con fe buscando la portería de Oblak. No conjugaba grandes ocasiones, pero emitía señales positivas. Un córner que remató Samu y Miranda devolvió al saque de esquina. En el segundo, Recio metió una rosca al primer palo que peinó Torres y que fue imposible para Oblak. Empate a uno.
No hay que olvidar que enfrente estaba el campeón de Liga y que el Málaga no se achantó en ningún momento en los primeros 45 minutos. Aguantando además esa extraña y personal manera de arbitrar que tiene Mateu Lahoz, capaz de desquiciar a cualquiera. En cierto modo eso le pasó a un activo Amrabat, que una y otra vez era abrazado por Miranda sin conseguir que señalasen la infracción nunca. Pero eso ya estaba en el tablero y había que jugar el resto del partido con todos sus ingredientes.
Y llegó una segunda mitad algo rota, con más idas y venidas, en un escenario de descontrol que le vino mejor al Málaga que al Atlético a pesar de las varias oportunidades para ampliar su ventaja con las que contó el Atleti (casi todas de Torres y una de Koke). Hubo un penalti que parecía claro a Weligton de Miranda y que Mateu ignoró. Amrabat apareció desde la derecha, su zona de influencia asistente, pero Samu Castillejo no acertó en potencia y dirección.
El Málaga, crecido, encontró el punto, combinó de manera firme y estética, con sentido. Y llegó el tanto de Samu García, después de un Amrabat que le encontró tras un caracoleo del que parecía que no iba a poder salir airoso. La definición del malagueño, celebrando su contrato recién firmado, es del superclase que lleva dentro.
Gracia pensó que era el momento de amarrar el partido. Quitó a Juanmi y dio entrada a Tissone. Pero casi al momento llegó el polémico empate colchonero en un ¿fuera de juego? de Griezmann que Mateu y su asistente olvidaron señalar. Cosas del fútbol. Amrabat lideró los ataques y probó fortuna con disparos potentes. Hubo un intercambio de paradones para casi terminar el partido. Kameni a Saúl y Oblak al mismo Amrabat.
No daba para más el partido, aunque el Málaga no dejó de mirar hacia la portería de fondo, la del Atleti en la segunda mitad. Mereció ganar, pero se queda con otra empate, como ante la Real Sociedad.