Serrat le cantaba a aquellas pequeñas cosas, que son al final las que hacen la vida. Y el fútbol no es excepción. Sobre todo con los detalles, con el goteo incesante de decisiones que favorecen siempre al grande. Ya no el fuera de juego de Ramos, que también. Es la suma de lo pequeño lo que se transforma en una bola que te termina aplastando. "Como un ladrón, te acechan detrás de la puerta, te tienen tan a su merced, como hojas muertas...", maestro Serrat, préstenos su letra para dibujar el Madrid-Málaga.
No será recordado el partido por el estupendo planteamiento de Gracia. Ningún exárbitro lo incluirá en sus cuentas este partido para crear esas tablas ficticias de quién tiene más o menos puntos de los que merece. El líbero, esa alta tecnología que acalló las quejas sobre el tanto de Griezmann de hace una semana, hoy no da para tanto... 3-1, a Málaga y a callar.
Puede que sí, puede que no. Puede que todo lo contrario. La cuestión es que ante la duda siempre penalizan al mismo. Por eso el Málaga se fue perdiendo al descanso en el Santiago Bernabéu. Primero una falta, faltita, que se señaló a Rosales sobre Cristiano. Luego el portugués la botó y Sergio Ramos marcó completamente solo en el segundo palo. No estuvo bien defendida la jugada, eso es cierto, pero del asistente y del colegiado tampoco hubo noticias.
Y venía de 25 minutos muy dignos y serios el Málaga. De hecho había sido mejor, porque antes de que el Madrid hubiese ni siquiera amenazado a Kameni, Amrabat ya había cabalgado a su antojo varias veces el Bernabéu. Aguantó dos embestidas de Pepe sin inmutarse, luego la puso en el corazón del área, pero Castillejo no llegó a conectar.
Luego se sacó un disparo seco que Casillas mandó a córner. Recio sirvió dos veces desde la esquina tremendamente bien, sobre todo la segunda, cuando su rosca llegó a la cabeza de Samu en el segundo palo, pero Juanmi no pudo engatillar la dejada. El Madrid, al margen del gol, tuvo dos oportunidades bien desbaratadas por Kameni. Palomita a mano cambiada a Chicharito y otra por bajo a James.
Y mereció el empate el Málaga, que había anulado las líneas maestras del Madrid y que no gozó de más continuidad en el juego por las pequeñas faltitas que caen de un lado y no del otro cuando te mides a un grande. Decíamos que el empate se mascó. Pero Darder no supo tampoco dar dirección a su disparo, en un balón que venía reboado de Marcelo tras una acción de Juanmi.
No cejó en su empeño el Málaga, que volvió de la caseta con la firme intención de conseguir el empate que merecía. Volvía a ejercer su protagonismo Amrabat. Primero metió una rosquita envenenada marca de la casa, rasita, como a él le gusta. Juanmi no llegó por poco. Luego hubo una acción parecida, pero esta vez decidió chutar. Era más de lo que había hecho el Madrid tras 15 minutos de la segunda parte.
Cuando mejor parecía que estaba el Málaga, forzando otro córner, ejecutado dese la pizarra para un tiro de Boka que pegó en la espalda de Kroos. Pero el equipo dejaba espacios y el Madrid le penalizó. James sacó un penalti a Castillejo, pero Kameni logró que se le hiciera de noche a Cristiano, que tuvo que ajustar tanto su tiro que se fue al poste. Pero muy poco después el Madrid logró combinar y James se sacó un zapatazo que supuso el 2-0.
Parecía que sería el fin del Málaga, pero el equipo blanquiazul va sobrado de carácter y dijo aquí estoy yo. Rosales centró al área, encontrando la espalda de Pepe. Allí andaba Juanmi, ese ratoncito de área, para acortar distancias de cabeza, con sus pies clavados en el suelo.
El Madrid no era nada porque el Málaga seguía sin dejarle. A pesar del agotamiento, el conjunto de Gracia seguía yendo y yendo. Hasta el final, con un balón que ni Amrabat en primera instancia ni Juanmi luego llegaron a rematar... Fue el final del camino, porque después de eso el Madrid penalizó al Málaga con un tercer gol, obra de Cristiano, que empujó un servicio de Chicharito. Fin de una historia que suele tener el mismo guion una y otra vez. Es lo que se puede, es lo que te dejan, es lo que hay.