Hachim Mastour ha tardado solo unos días en cambiar las apariencias que se generaron con su fichaje. Su glamuroso desembarco en Málaga, acompañado por un amplio séquito de personas, y el hecho de ser un chico demasiado mediático, casi un producto publicitario, proyectaron una imagen que él mismo se está encargando de difuminar en sus primeros días de trabajo en la Costa del Sol.
En las dos semanas escasas que lleva en Málaga, Mastour, que aún no es mayor de edad, está demostrando que las apariencias engañan. Llega el primero a entrenar, refuerza las sesiones con cargas físicas en el gimnasio para ganar masa muscular, realiza todos sus ejercicios con disciplina y no, no busca el lucimiento freestyle en los rondos.
Compañeros, personal y cuerpo técnico se han encontrado con un chico humilde, trabajador e inteligente. Incluso tímido, nada que ver con lo que parecía en un principio. Todos están muy contentos con él en la faceta humana y en el trabajo diario. Otra cuestión, lógica, es lo que pueda aportar deportivamente cuando la FIFA dé el visto bueno a su fichaje. Pero no va a restar como persona, como se había especulado.
En estos primeros días se le ve más cercano a los jugadores de origen marroquí, aunque no es menos cierto que también se muestra abierto con los demás compañeros e incluso ha posado con varios en fotos que se han elevado a públicas en las redes sociales. Su padre lo acompaña a sol y a sombra en esta primera etapa. Poco a poco, Mastour se va a adatando a su nueva vida con los pies en la tierra y alejado del estereotipo al que se le vinculaba.