Es Noticia
Málaga
0-1
Betis

La derrota de todos

Tigha y Juankar, tras fallar una ocasión.
F. Godoy

La derrota del Betis es la derrota de siempre. Es la derrota de todos. De un presidente desaparecido y mentiroso. De su prole, digna de Al-Thani. De unos dirigentes que no dan pie con bola. De un entrenador alicaído. De unos jugadores que no son ni más ni menos, que son esto. De una afición que ya está cansada de vivir una y otra vez el mismo partido.
No gol, no party. Eso para empezar. Si los partidos se ganan o se pierden en las áreas, el Málaga sólo tiene una bien armada. La propia. La otra ya si eso otro día... Pero las temporadas las forjan los centrocampistas y los que rellenan la armadura para que no haya huecos o fisuras. Este equipo nació con el paso cambiado y va a ser muy difícil cambiar su dinámica. Si nada cambia, nada cambia, readaptando a Einstein.
Desde luego que la primera parte de este Málaga-Betis caerá al pozo del olvido de todos cuantos tuvieron la 'suerte' de verla. Dos conjuntos planos y más detalles de jugadores limitados que de futbolistas con todas sus palabras. Y todo esto siendo generoso con ambas escuadras.
El Málaga vivió una primera parte calcada a la de otros muchos partidos. Aunque el Betis es tan blandito atrás que llegaron las oportunidades casi por ciencia infusa. Acercamientos, algún disparo de Duda, Charles, Juankar o Tigha. Insuficiente casi siempre. Encima Adán estuvo muy acertado en un par de acciones que llevaban la firma de un motivadísimo Juankar.
Enfrente un Betis que fue lo que quiso Joaquín. Cuando el portuense sacó el guante, la balanza se desniveló. Por fortuna para el Málaga, Rubén Castro perdonó. Un remate de cabeza alto, cuando entraba franco y sin oposición para ejecutar a Kameni. Eso y alguna pillería más de Castro es todo lo que entró en la buchaca bética.
La segunda parte fue asombrosamente fría desde su comienzo. Si uno se esforzaba, hasta se podía escuchar la respiración de algunos futbolistas. Tras más de un cuarto de hora de nada llegó el mazazo del Betis. Rubén Castro, patrón de los rateros del césped, hizo una de las suyas. Le llegó un balón de nadie y se plantó delante de Kameni. 0-1. Fácil.
Y se cambió el hielo por fuego. Porque La Rosaleda se encendió de puro enfado, pero a veces da la sensación de que prefiere llevar la procesión por dentro, harta de que sus gritos no alcancen el oído de sus futbolistas. Apenas sangran cuando se les pincha.
Hay muy poco carácter de base en esta plantilla y a Gracia a veces se le ve derrotado, sin saber casi qué hacer. En una de estas sacó a Mastour a la desesperada. Cinco minutitos para el debutante, que no sabía ni dónde ponerse en el campo y que casi se tropieza consigo mismo en uno de los primeros balones que tocó.
Es lo que hay en este Málaga. Se ha llegado a tal punto que se buscan salvadores imberbes cuando los talluditos no saben hacer ni lo mínimo que se les debería exigir. Nueva derrota ante otro rival que no hizo nada por ganar en La Rosaleda. La afición se marchó protestando, ejerciendo su derecho al cabreo, desatando en sus gargantas la furia que le falta a este Málaga desde las corbatas hasta las botas. La megafonía, siempre útil, quiso combatir el sonido. Pero no tapa la realidad.
 

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  1. JoKeR

    lo primero..critique a shuster en su dia por algo parecido.. si quieres gol olvida lo de dos pivotes, quien no arriesga no gana.. el siguio mi consejo de jugar con dos medios arriba y solo un pivote, asi hay el triple de salida de balón, no fallan los de adelante, falla la formación..

  2. Paco

    Godoy, después de leer su comentario, no pongo el que tenía pensado, pués comparto todos los térmminos de su artículo, que veo escrito con sinceridad. Ahora habrá que buscar soluciones, si el jeque lo permite.