Federico Ricca (1/12/94) se ha convertido en el cuarto fichaje del Málaga CF en este mercado invernal tras Chory Castro, Christian Atsu y Miguel Ángel Cifuentes 'Cifu'. Lo que en un principio parecía ser una incorporación para el conjunto filial finalmente se revela como un nuevo integrante para el primer equipo. De ahí podemos deducir que la juventud es su mayor valor, pues cumplió los 21 años hace escasos dos meses.
Lateral zurdo nacido en Tarariras (Colonia, Uruguay) y con pasaporte italiano, se formó en el Atlético Maracaná de Tararias. Su primer salto de calidad llegó cuando a los 15 años formó parte de la selección Sub 18 de Colonia. Ahí fue donde llamó la atención de Danubio, un club que se define a sí mismo como "la universidad del fútbol uruguayo". El tercer club del país sudamericano es sin duda una cantera de talento, pues de ahí han salido Cavani, el 'Chino' Recoba o, más recientemente, el central del Atlético de Madrid José María Giménez. De hecho, diversos medios informaron sobre la posible llegada de Ricca a la capital de España junto al ahora colchonero, pero la operación finalmente no se llevó a cabo.
Estaba siendo su tercera temporada con los de 'La Franja', pero su trayectoria ahora seguirá en la Costa del Sol después de acabar el Torneo Apertura en un discreto séptimo puesto. Un camino que comenzó a nivel profesional allá por 2013, también en un mes de febrero. Poco a poco fue haciéndose hueco en el equipo y también en las categorías inferiores de la selección celeste. Con ambos conjuntos logró estrenar su palmarés a pesar de contar con una corta trayectoria de apenas tres años. La temporada siguiente a la de su debut fue la más exitosa, pues junto a sus compañeros logró hacerse con el título del Torneo Apertura. Seis meses después se hacía con el Campeonato Uruguayo, siendo un fijo y asumiendo responsabilidades a sus 20 años. En las semifinales ante Wanderers abrió la lata con un cabezazo y en la final asumiendo la responsabilidad de tirar un penalti, aunque lo mandó por encima del larguero. Su experiencia con Uruguay se centra en las categorías inferiores, con la Sub 22 el pasado verano se colgó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos en Toronto.
Tanto en su anterior club como en la selección, Ricca ha formado parte de una defensa de tres, siguiendo un esquema con bastante tirón en el fútbol de aquellas regiones. No ha ejercido de carrilero largo y sorprende que a pesar de contar con estatura normal (1,76 metros) todos sus goles como profesional han llegado de la misma forma: rematando de cabeza jugadas a balón parado, por lo que no sería de extrañar verlo actual como central, sobre todo a raíz de la marcha de Angeleri.
Pagó caro el ímpetu de la temporada de su debut viendo 12 amarillas en 23 partidos jugados, reduciendo esas cifras, ya con la carga de la experiencia, a seis amarillas en 29 partidos durante su segundo año en Danubio. Deberá seguir esta línea si quiere adaptarse al juego en España, por lo general dedicado a penalizar con más frecuencia este tipo de conducta intensa. En definitiva, una apuesta a largo plazo sobre un jugador polivalente, posible internacional absoluto, que no rechaza el choque y la responsabilidad, con fundamentos para ser clave a balón parado a pesar de no contar con un físico imponente y que pretende dar un soplo de aire fresco a la retaguardia blanquiazul.