Se queda el mar como un plato, una suave brisa acompaña de vez en cuando, pero poco más. Después de un levante feroz de 31 jornadas, el
Málaga está en calma, relajado y sin presión alguna. Se sabe salvado aunque las matemáticas concedan resquicios improbables al descalabro. Además, porque
los demonios ya se han ido y el equipo juega como si fuese un amistoso.
Debe ser verdad eso que dice Míchel de que ya ha empezado la temporada que viene. Desde luego, si no tanto, sí la pretemporada. Cuando el resultado es secundario a nivel cuantitativo y cualitativo, queda eso, una calma a veces soporífera y carente de emociones.
Y una derrota que escuece lo justo.
No se te coge el corazón cuando Carles Gil dispara de primeras tras un error defensivo. No echas en falta que el Málaga se deje la vida en cada ataque y aceptas como parte del premio de la salvación que hasta llegado el minuto 30, no haya un disparo tuyo entre los tres palos. No pones el grito en el cielo en cada pase mal entregado o cada aborto de remate.
El día después del día después es esto, una insolente tranquilidad.
Fue más protagonista que los 22 futbolistas en toda la primera mitad Undiano Mallenco, un elegido para ser el número uno de los árbitros convertido a la mediocridad más absoluta.
Amonestó a tres jugadores en acciones light y se pasó por el forro la agresividad y la reiteración de Luisinho y Arribas, que pusieron algo de acción en un partido que parecía de tablas firmadas.
Pero eso, sólo lo parecía.
Fue comenzar la segunda parte y ver al Depor irse decidido a encerrar al Málaga en su campo. Le bastó con adelantar líneas, esperar un fallo en la salida y que la inercia del partido facilitase las cosas. Sin tensión llegó la pérdida de Fornals; sin tensión circuló el balón hasta llegar a la banda izquierda del Depor; sin tensión Rosales defendió de lejos a Luisinho, que se permitió el lujo de acomodarse el balón para central con la diestra;
y sin tensión Joselu se coló entre los centrales y cabeceó con los pies clavados en el suelo para lograr el gol.
Míchel demostró que estaba probando cosas cuando quitó a su comandante Luis Hernández para ver en acción a la pareja Llorente-Mikel en el centro de la defensa y para ver cómo funcionaba la pareja Keko-Jony en las bandas.
Y lo que sucedió fue que el Depor marcó por medio de un Pedro Mosquera que remató con el pie en el área pequeña...
El partido se fue acabando sin que el Málaga opositase al gol hasta el minuto 80. Un disparo lejano de Camacho, que cogió un efecto estético y mortal, donde el poste hizo lo que era imposible para Lux, evitar que entrase. Y así fue avanzando el reloj, despacito,
hasta que al final terminó un encuentro que seguramente jamás olvidarán los ávidos telespectadores asiáticos. O sí.
De acuerdo con su crónica post partido los aficionados malaguistas tenemos que tomarnos con filosofía esta derrota y hacernos a la. Idea que el Málaga casi ya ha empezado a planificar la temporada próxima. Pues haber si es verdad eso y para 24 horas después de terminar el partido con el Real Madrid tenemos los seguidores malacitanos una gran lista de baja que supere el cincuenta por ciento de la plantilla actual. Creo que después de tantas decepciones sufridas este curso por lo menos nos merecemos un gran listado de despidos.
Pues si ésto es lo que nos espera del juego del Málaga de aquí al final, prefiero ir a la playa o hacer cualquier otra cosa, porque vaya manera de PASAR del partido por parte de los jugadores. Lo de siempre, mucho toquecito y pamplinas y cuando llegamos al área caca de la vaca. Por cierto, Jony mucho mejor en forma que el Chory.