Noche mágica y de sufrimiento con final feliz la que se vivió en La Rosaleda. Lo venían mereciendo los fieles que semana tras semanas habían acudido a Martiricos para abandonar el estadio cabizbajos. Hoy, desde principio a fin, hubo magia. Desde dos horas antes del trascendental choque centenares de seguidores se apostaron en la curva de Gol con Tribuna para brindarle al equipo un recibimiento increíble y a la altura de la afición. La energía positiva ya estaba mandada y se amplificó en vatios en el interior del estadio.
La otrora ‘Grada de Animación’, ahora ‘Fondo Sur 1904’ llevó en volandas a toda La Rosaleda y al equipo. No dejaron de cantar, ni de animar ni de proponer. Espectacular. Desde el pitido inicial hasta el pitido final. Vibrante, una atmósfera que benefició al equipo en los peores momentos. Para entonces ya se habían alzado las miles de cartulinas negras que la Federación de Peñas Malaguistas puso al servicio de los 19.541 espectadores que poblaron las gradas, según datos oficiales, para clamar contra el estamento arbitral.
Hubo quejas con el árbitro, Jaime Latre: “¡Corrupción en la Federación!”, “¡Qué malo eres!”, y coreografías con la Grada de Preferencia, tributos a Roberto, que salvó al equipo, y cánticos sin cesar y palmas individuales y colectivas para los jugadores y el equipo, además del himno en el tramo final del partido. Pero dos cánticos se quedaron guardados por encima de otros, dos cánticos que van tomando cuerpo en la filosofía del malaguista esta temporada: “¡Málaga es de Primera!” y “¡Sí, se puede!”, que se entonó cuando los jugadores, tras el partido, fueron a agradecer a los seguidores el esfuerzo en una tremenda comunión final. Juntos somos más fuertes. Esta noche se demostró.