Los lazos ucranianos

Antes de que en España se le conociera, más por sus ideas que por su fútbol, Juan Ramón Muñiz ya sabía quién era Roman Zozulya, el delantero del Albacete que este viernes amenaza La Rosaleda. Cohabitaron tres temporadas en el Dnipro, desde la 2011 a la 2014, cuando el actual técnico del Málaga formaba parte del staff de Juande Ramos en el equipo ucraniano.

Tras ser fichado por el Betis y cedido al Rayo, en Vallecas se organizó una revuelta para impedir el fichaje de Zozulya. La ideología del atacante, al que se le vinculaba como simpatizante nazi a raíz de diferentes acciones y publicaciones en redes sociales, chocaba con la de los seguidores ultras del Rayo y el sentir mayoritario de la masa social del barrio madrileño. Se frustró esa cesión y, tras varios meses en el dique seco, acabó en Albacete.

Zozulya fue pieza esencial en la salvación de la pasada temporada del equipo manchego, con nueve goles y tres asistencias. Lleva dos tantos y un pase decisivo en la temporada actual, siempre titular a las órdenes de Luis Miguel Ramos.

Al ser cuestionado por Zozulya, Muñiz aseguró que "todos nos conocemos, jugadores, entrenadores... Una individualidad te gana, le puedes conocer, como en este caso a Roman, pero en un momento determinado un jugador te gana un partido. A él le conozco perfectamente, pero...", decía el entrenador sobre el jugador formado en los escalafones inferiores del Dinamo de Kiev.

"En el minuto 15 o el 20 estás fresco, pero en el 75 igual tienes déficit de oxígeno. Igual nos pasa a favor. Ese momento puntual, el equipo lo tiene que solucionar. Y puede salir Zozulya y ganar el partido para su equipo, pero como a Quique o Carlos Fernández en el Deportivo. No te puedes permitir un despiste", remataba Muñiz su preocupación por el delantero ucraniano.