Allá donde va el Málaga CF está acompañado. Sea cuál sea el punto de la geografía española en el que juegue, el conjunto blanquiazul siempre tiene aliento de los suyos, en mayor o menor medida. Este sábado no fue menos. 750 kilómetros separan Santander de Málaga, pero aún así en las gradas de El Sardinero hubo un pequeño grupo de boquerones que pudieron saborear in situ el sufrido triunfo de su equipo ante el Racing en el estreno liguero.
Una veintena de valientes, en clara minoría, pero que cuando Adrián González marcó el gol de la victoria estallaron de júbilo y se hicieron notar en el feudo racinguista. Eso es malaguismo, sufrir casi durante 90 minutos viendo que el Málaga estaba en el alambre por el hecho de jugar con sólo siete profesionales, y acabar disfrutando de un triunfo valiosísimo.
El capitán no pudo contenerse en su celebración. De hecho, vio la tarjeta amarilla por "excederse", pero le salió de entro. Fue marcar y dirigirse a donde estaban los seguidores blanquiazules para abrazarse a ellos de manera efusiva. Toda la tensión contenida salió a flote en ese momento, tanto por parte del goleador como de los malaguistas, que debieron salir radiante de El Sardinero viendo que los suyos sumaron tres puntos de oro en la primera jornada de LaLiga SmartBank.
En una semana será en La Rosaleda y frente a Las Palmas cuando vuelva a darse esa comunión. El último precedente, tras la eliminación ante el Dépor, sigue poniendo los vellos de punta. Pese a que la preocupación en el seno del club y entre la afición es palpable y evidente, el malaguismo no va a dar la espalda a su equipo, sino todo lo contrario.