Este jueves 28 de noviembre se cumple medio siglo de un día muy importante en la historia del Málaga. Hace justo 50 años, como Club Deportivo, la entidad blanquiazul fichó a Sebastián Humberto Viberti. El argentino se convirtió pronto en un mito del malaguismo. Fue, es y sigue siendo leyenda de un club en el que su otro legado es su hijo Martín (Málaga, 21 de junio de 1972), que forma parte de la secretaría técnica. Quién mejor que este paleño con acento argentino para explicar cómo se gestó la llegada de su padre a España para defender los colores de un Málaga al que siempre tuvo en su corazón.
-Estamos aquí porque se cumplen 50 años del fichaje de su padre, Sebastián Humberto Viberti, por el Málaga.
-Sí, parece mentira que haya pasado tanto tiempo. Parece que fue ayer cuando venía a este estadio, que está muy cambiado, pero los recuerdos son imborrables de cuando era entrenador del equipo... Es algo emocionante que le recuerden como se le sigue recordando en Málaga, han pasado 50 años desde que llegó. Siempre digo lo mismo, habrá jugado bien al fútbol, pero también se habrá portado bien como persona, por eso el malaguista le recuerda así.
-¿Qué le contó sobre su llegada a Málaga? ¿Cómo se gestó aquel fichaje y aquella operación?
-Mi padre vino a jugar el Trofeo Costa del Sol con la selección argentina. No pudo participar porque tuvo un pinchazo, quedó al margen, pero vino con la Albiceleste. Mi madre siempre me contaba que cuando volvió a Buenos Aires de esa gira le dijo que había conocido un lugar en el sur de España que le había encantado: Málaga. Siguió jugando en Huracán y estuvo vendido al Atlético de Madrid, pero los dirigentes de Huracán pidieron más dinero del que habían pedido al inicio de las negociaciones y eso no cayó bien en la dirigencia colchonera, desistieron del fichaje. A los cuatro meses fichó por el Málaga. Muchos le decían que no viniera porque estaba en Segunda, pero él se acordaba de cuánto le había gustado la ciudad, decidió embarcarse en una nueva ilusión. No eran muchos los que venían al fútbol español en esa época, no es como ahora.
-Anécdotas de aquellos comienzos hay varias...
Sí. Primero debutó en un amistoso contra el Granada y tuvo la primera discusión con Antonio Rodríguez López, el presidente que lo trajo. Quería que hiciera una prueba y mi padre dijo que no, que ya era jugador internacional, lo había sido seis veces con Argentina. Llegó al hotel después de discutir, llama a mi madre y dice que se vuelve, que no se iba a probar. Mi madre fue la que puso paño frío a la situación, le dijo que jugara ya que estaba aquí y le gustaba tanto la ciudad. Jugó muy bien contra el Granada y ya firmó su contrato. A los tres o cuatro días debuta contra el Español en ese famoso 5-0, donde ya en los primeros 20 minutos hubo una conexión entre mi padre y la afición del Málaga.
-El Granada también intentó ficharlo hasta el final.
Sí, Pipo Rossi (entrenador por aquella época del equipo nazarí) intentó convencerlo, pero mi padre le dijo que no porque ya le había dado la palabra al Málaga. Lo llamó para llevárselo al Granada, que era nuestro derbi en aquella época, pero le dijo que ya se había comprometido por el Málaga.
"Vino a jugar el Trofeo Costa del Sol con Argentina. Mi madre me contaba que cuando volvió a Buenos Aires de esa gira le dijo que había conocido un lugar en el sur de España que le había encantado: Málaga"
-Lo que pasó después es de sobra conocido. Su padre fue, es y será leyenda del Málaga.
Yo su etapa de jugador no la viví, pero lo que sí me sorprendía y fue cuando me di cuenta del cariño hacia mi 'viejo', es cuando estuve viviendo en Málaga del año 2000 al 2005. Venía a visitarme todos los años y me sorprendía cuando caminábamos por El Palo o por el paseo marítimo de Pedregalejo cómo la gente lo paraba y lo saludaba después de unos 40 años. Antes de eso, uno al no vivirlo no lo palpa, no es que no te lo creas, pero es distinto que te lo cuenten a haberlo visto. Es algo hermoso, muy lindo.
-El pasado domingo 24 de noviembre se cumplieron siete años de su fallecimiento. El malaguismo lo recuerda y su familia seguro que también.
-Sí, siempre digo lo mismo. No puedo opinar si jugaba bien o mal porque no lo vi. Pero sí puedo opinar sobre cómo fue como padre, como tipo, como hombre. Estoy orgulloso, era una buena persona, marcaba los límites muy claro, siempre sincero, sencillo y yendo de frente. El recuerdo es imborrable, y yo muy muy compañero suyo. Cuando empezó a entrenar, yo viajaba con el equipo a todos lados, venía a los entrenamientos, aprendí a caminar aquí en La Rosaleda prácticamente. Recuerdo un montón de anécdotas.