La Rosaleda, casi octogenaria, vive su enésima transformación. Esta no es estructural, más bien sui generis, para adaptarse a la ‘nueva realidad’ (término muy de moda) que le ha tocado vivir a la sociedad por la crisis del coronavirus. Más de 50 días después de su último partido, la plantilla blanquiazul iniciará una nueva rutina exclusivamente en las instalaciones de Martiricos, que se han metamorfoseado para que los jugadores cumplan las pertinentes indicaciones sanitarias.
Así, se han habilitado dos campos de fútbol, dos gimnasios y un vestuario más. El Málaga CF iniciará en los próximos días la primera fase de entrenamientos, la de trabajo individual, y lo hará bajo unas estrictas medidas de seguridad para garantizar la salud de los jugadores y de su entorno cercano. Los jugadores se ejercitarán entre el campo principal y el anexo, en cuya pared se han pintado cinco porterías pequeñas distanciadas para asegurar el espacio entre futbolistas (vídeo superior).
Igualmente, se ha aprovechado el edificio de usos múltiples construido hace relativamente poco entre ambos terrenos de juego. Lo que era un almacén de las tiendas se ha convertido en vestuarios, sala de trabajo, enfermería, gimnasio situado en la azotea y un pequeño campo de césped artificial que permitirá realizar determinadas actividades específicas al aire libre. Todas las zonas de tránsito cuentan con una señalética específica para mantener la necesaria distancia social marcada por las autoridades gubernamentales.