El azote del coronavirus nos ha llevado a centrarnos en asuntos más importantes que el fútbol. El maldito bicho ha destrozado familias enteras y nos ha puesto a prueba a todos, de una forma u otra, pero siempre acaba saliendo el sol. Con algunas nubes aún, pero la vida empieza a verse de otra manera. Por eso vuelve el fútbol, para alegrar y emocionar, aunque antes más de uno tendrá que hacer los deberes y ponerse al día. Posiblemente, los últimos meses han hecho que se pierda la perspectiva de la clasificación, de cuál es la situación real del Málaga CF y la del resto de sus competidores. Del análisis del atasco de LaLiga SmartBank.
Entre la Ponferradina, que marcha en la décima posición, y el Deportivo, 19º y en descenso, sólo hay cinco puntos. 40 para los de Bolo, 35 para los de Fernando Vázquez. Menos de dos partidos de distancia que parece una renta ínfima para el carrusel de fútbol que se viene encima con todos los condicionantes incluidos. En mitad de ese atasco, con 38 puntos, aparece un Málaga al que le tienta mirar hacia arriba, pero que de momento está obligado a mirar hacia abajo. Un par de buenos resultados posiblemente cambie la perspectiva, pero esta competición es tan variable que nunca se puede estar tranquilo.
En esta macedonia de puntuaciones hay que poner un asterisco, ya que esta tarde se cerrará el Rayo-Albacete suspendido allá por diciembre por los insultos contra Zozulya. Así, el Rayo puede escapar de esa zona intranquila si vence (suma 40 puntos) y el Albacete, de lograr la victoria -el partido marchaba empate a 0 en el momento de la suspensión- engancharía al Málaga con 38 puntos. Tenerife (39), Fuenlabrada (39), Las Palmas (38), Numancia (38) y Oviedo (35) son el resto de nombres que se agolpan en una zona media-baja de la tabla de la que el Málaga quiere huir más pronto que tarde.