Ha pasado mucho desde entonces. 40 jornadas. La vida entera. Fue en septiembre, mes en el que se recuperan las asignaturas suspendidas. El Málaga CF venía de perder en la primera jornada ante el Tenerife, y estaba abierta la caja de los demonios tras un verano infernal y con un equipo todavía en obras. El clima no era bueno pese a que el verano aún seguía vigente. Pero el Málaga ganó, ganó en Castalia gracias al talento de Ramón Enríquez y al oficio del equipo. 0-1. Sufriendo como perros. Y alfombrando el camino de la fe. Fueron los primeros tres puntos, la primera piedra. El presente se comió al futuro.
Hoy Pellicer, en su penúltima rueda de prensa, ha destacado aquel encuentro como el más importante de esta temporada. No suele ser el de Nules un técnico que señale el detalle, pero eso cuando no generaliza es de justicia recalcarlo. “Del año pasado me quedo con el partido contra el Dépor, que fue muy importante; y este año la primera victoria contra el Castellón, con cosas invisibles que nadie sabe. Fue duro, pero nos hizo pensar que sí que se podía, después de Tenerife, con la situación que estaba pasando… Esa victoria nos permitió seguir creyendo”, dijo sin ambages Pellicer.
El Castellón es precisamente el rival de este domingo en La Rosaleda. El convidado de piedra que firma el epílogo como testigo y que fue el primero que hincó rodilla ante este Málaga. ¡Qué raro eso de las vueltas asimétricas! El Castellón, al que sólo le ha durado un suspiro el olor a la élite y que el año que viene jugará en Primera RFEF. “Nos enfrentamos a un equipo que descendió, le deseo toda la suerte del mundo al CD Castellón, soy de allí y deseo que vuelva al fútbol profesional. Allí fue nuestra primera victoria, y queremos acabar también con la última victoria ante el mismo rival”, añadió Pellicer que, aunque no desde el banquillo, dirigirá ante el equipo de su provincia su último partido como entrenador del Málaga: “Cada momento hay que disfrutarlo como el primero y como el último”.