Cae el muro de La Rosaleda

El Málaga CF no pudo pasar del empate a uno en la visita del Real Zaragoza a La Rosaleda. Es el maño el primer equipo en esta temporada que ha sido capaz de derribar el muro que se había construido en la portería malaguista, que todavía no había recibido un gol en contra. No obstante, el cuadro blanquiazul peleó hasta el final por intentar recobrar la ventaja en el marcador y se marcha con un sabor agridulce porque el punto se queda corto.

La primera mitad del encuentro comenzó con la intensidad que ya es habitual en el equipo blanquiazul. Presión muy alta, mucho juego de balón y velocidad. La banda derecha, con Víctor y Kevin, comenzó a hacer de las suyas, volviendo loca a la defensa blanquilla.

Aunque hubo dos acciones de Bermejo, el mejor del Zaragoza en los 45 primeros minutos, que tuvieron que atajar primero Peybernes y luego Dani Martín, el dominio fue indudablemente malaguista.

Y antes de alcanzar la media hora de partido, llegó el gol. Una auténtica belleza, obra de un Brandon Thomas que parece haberse soltado tras su estreno la pasada jornada en Pucela. Internada de Víctor en el área y el mallorquín hizo bailar a La Rosaleda con un remate de espuela ante el que nada pudo hacer Cristian Álvarez.

A partir de ahí, la intensidad, lejos de bajar, se incrementó. El Málaga se centró en buscar el segundo y tratar de dejar sentenciado el partido antes del descanso. Ocasiones no faltaron: de Genaro, de Jozabed, de Peybernes, de Kevin... pero no entraba la pelota, gracias en gran parte al meta zaragocista.

Y, cuando más cerca parecía el segundo del Málaga... el balón que entró fue el del rival. Narváez logró batir a Dani Martín y anotar el primer gol en contra de esta temporada en el estadio malaguista, que siguió empujando al equipo para tratar de encontrar portería antes de que el colegiado anunciara que podían marcharse a vestuarios.

El Málaga, perdiendo fuelle

Antes de comenzar la segunda mitad, José Alberto dio entrada a Escassi y a Cufré. Y el inicio de este segundo periodo fue igual de intenso que el primero, con el Málaga dominando el juego y las ocasiones. Se volvió a hacer patente la falta del gol del conjunto blanquiazul cuando dos balones rasos se pasearon por el área pequeña sin que llegara un rematador.

La Rosaleda, eso sí, reconocía el esfuerzo de los suyos. La ovación a Kevin cuando se sentó dejó claro que la afición había disfrutado de lo lindo con sus regates, sus bailes y sus peripecias para deshacerse de los rivales.

Desde entonces, ya con Sekou en el campo, el Málaga entró en una buena dinámica de creación de peligro en la portería de Cristian. Pero el Zaragoza comenzó a posicionarse bien y a poner en duda la capacidad del conjunto local de lograr de nuevo la ventaja en el marcador.

Aunque se fue recuperando el equipo de José Alberto, el partido se puso de ida y vuelta. Y no fue posible. El punto sumado sabe a poco y deja la sensación de que se pudo hacer más, especialmente en la segunda mitad.