Lo comentaba un sincero Sergio Pellicer en la previa del encuentro: el Málaga va contra la lógica. Ni podría ser la primera ni la última vez en la que el deporte rey es testigo de un milagro de las dimensiones que necesita el club de Martiricos para mantener la categoría de plata. La temporada, deportivamente hablando, es catastrófica. Aunque el equipo costasoleño sí tiene un arma que no ha fallado cuando han venido mal dadas: su afición y La Rosaleda.
A eso se aferra el Málaga para pasar por encima del Cartagena y lograr una victoria que haga buena la cosechada ante el filial del Villarreal. Tras caer a la lona en Andorra, el malaguismo volvió a activar su hilo de vida tras asaltar el feudo amarillo.
Ahora toca hacer lo propio en el coliseo blanquiazul. El Racing cayó estrepitosamente en La Romareda, por lo que sumar tres puntos colocaría la salvación a cinco puntos de distancia. Respirar o morir. No hay otra en la enésima final del Málaga.
Lo que se tiene que agarrar el Málaga es al balón, no a la Rosaleda.