En un equipo repleto de nombres con cartel, de esos que en Estados Unidos llamarían jugadores franquicia, hay uno que nadie tuvo en cuenta con un rol tan decisivo a estas alturas. En verano, quedó como el cuarto delantero de la rotación, y ni siquiera entraba en los planes de su compatriota Pablo Guede.
Por delante estaban Rubén Castro, Fran Sol y hasta Loren Zúñiga y las lesiones volvían a lastrarle. Pero las temporadas son muy largas. Y el fútbol siempre tiene sorpresas guardadas y lecciones que dar. Ahora, el ataque del Málaga no se entiende sin Pablo Chavarría, el más decisivo del tramo de resurrección del Málaga.
El rendimiento y el acierto del argentino están siendo uno de los pilares que aguantan al Málaga, que en el último mes es el mejor equipo de la competición con tres triunfos y una derrota. En las tres alegrías recientes hubo celebración del delantero, que por fin sonríe con frecuencia. Las lesiones musculares forman parte habitual de su carrera, más aún desde que se lesionó la rodilla de gravedad. Pero ver a Chavarría al cien por cien en ritmo y confianza ha sido una bendición para el malaguismo, que ha visto cómo ha marcado cinco goles. Y todos sirvieron para puntuar.
Suyo fue el del 1-1 en Ibiza y participó con tantos en cuatro victorias contra Alavés (1-0), Leganés (2-0), Villarreal 'B' (1-2) y Cartagena (1-0). Sin sus cinco dianas, el Málaga tendría nueve puntos menos. Es eficaz y eficiente: no necesita apenas remates a puerta por partido: 0,6 de media, ni tampoco un excesivo saco de minutos (45 por partido).
Menos es más para Pablo Chavarría, un pistolero con silenciador. Dispara desde el sigilo, sin hacer mucho ruido, y está siendo letal. También se erige como líder desde el esfuerzo y sin llevar brazalete de capitán. Sus compañeros lo admiran. Un 'pá' en el vestuario, que dirían los argentinos. Además, ha encontrado en Rubén Castro su compañero de operaciones y ahora cualquiera les separa en el campo, de partida.
Chavarría corre como el que más, pelea cada balón con la fuerza del deseo. Ha demostrado primero a Mel y luego a Pellicer que es capaz de disfrazarse de extremo derecho y parecerlo a su manera. Y cuando hay que ser segundo punta y caer a la izquierda, como hizo en varias ocasiones contra el Cartagena, también se adapta. Camaleónico en un fútbol de plata donde cada detalle es diferencial.
Todos sus goles son al primer toque, rematador purista, excepto el de la maratón de campo a campo para el 2-0 contra el Leganés que tanto celebró La Rosaleda. Todos sus goles sirvieron al Málaga para seguir con fe. Quedan seis partidos y, si el físico le respeta, el tipo con el que pocos contaban en verano puede y quiere seguir disparando. Y siempre mejor desde el silencio.