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Fuerte caída de ingresos y hasta un ERE: más amenazas del descenso del Málaga

A. Fuentes

La afición del Málaga ya lo tiene asumido. La cúpula del club también, como Kike Pérez ha reiterado en sus últimas lecturas autocríticas, a pesar de que insistan en el mensaje de competir hasta el final y en no dar ninguna sentencia contundente de futuro hasta que no se confirme con números. Porque por el momento, el club no quiere hablar del impacto económico que supondría el descenso a Primera RFEF hasta que la tristeza no sea matemática.

El salto al vacío hacia el fútbol alejado de lo que llamamos profesional, Primera y Segunda, tendrá consecuencias drásticas. Habrá muchos cambios y no solo de jugadores. La adecuación de la estructura del club a una categoría como la Primera RFEF vendrá acompañada de pérdidas de ingresos tan notables como pasar de los 7,44 millones de euros que se embolsaron en la temporada pasada por los derechos televisivos a los no más de 300.000 euros que se recibiría el año que viene en Primera RFEF por este mismo contexto. Un agujero preocupante.

Por ello, el director general, que tiene elegido a un director deportivo que se anunciará próximamente, ya empieza a planificar las medidas que se tendrán que tomar mano a mano con el administrador judicial, José María Muñoz. Un plan de choque que se tenía como opción segunda, porque el descenso no se contemplaba con minuciosidad hasta que en Ponferrada el plan 'B' se convirtió en el 'A'. Decisiones duras, recortes en el personal del club que en estos descensos resultan casi inevitables.

Peligro de otro ERE

Ahí aparece la sombra del expediente de regulación de empleo (ERE), tres años después del que afectó a no pocos trabajadores del club en 2020, en plena pandemia. A finales de julio de aquel año, la entidad tuvo que sacrificar los puestos de trabajo de cerca de 40 personas, la mayoría anónimas y con bastante antigüedad en el club, otro más conocidos por haber estado en primera línea de césped como el masajista Marcelino Torrontegui y el utillero Miguel Zambrana.

Meses más tarde, fue el turno de anunciar el despido de hasta ocho jugadores. Diego González, Luis Hernández, Boulahroud, Renato Santos, Rolón, Juanpi, Dani Pacheco y Cecchini fueron incluidos en el ERE a la plantilla, por lo que entre empleados y futbolistas salieron del club casi 50 personas. Aquella era una situación límite, al estar el club en problemas económicos e incluso peligro de desaparición con la herida de la Covid-19 haciendo más daño.

Tomando al Depor como ejemplo, el club coruñés tuvo que efectuar un expediente de regulación de empleo en 2021, un año después de descender al tercer escalón, donde todavía sigue compitiendo por volver a Segunda. Salieron diez personas, contando empleados y futbolistas.

La viabilidad económica del Málaga actual es un hecho: el club no desaparecerá, pero un descenso implica una obligación a adaptarse a un universo nuevo, con menos presupuesto y margen de acción. Se verá si una vez confirmado el descenso que es ahora virtual, Kike Pérez y José María Muñoz recortan en diferentes parcelas del club. En qué medida y dónde hacerlo. La amenaza de un nuevo ERE es real, aunque desde el club prefieren dejar este tipo de decisiones crudas para el fin de temporada. Se avecina un verano largo y duro para la gente de dentro de La Rosaleda, además de la afición.

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