La situación de Ramón Enríquez es un bucle de impotencia donde el primer afectado es él, luego el club y, como consecuencia imparable, la afición que lo añora en el centro del campo. Para llevar casi diez meses fuera de los terrenos de jugo no cualquier persona está preparada. Vaivenes de fecha constantes. Primero volvía en septiembre, luego se demoró para diciembre, otra lesión interrumpió, después se pasó a evitar plazos concretos y ahora, a una semana de cumplir diez meses de recuperación, Pellicer ha vuelto a actualizar sobre su situación.
"Mi sensación es la más positiva de todo el proceso. Tenemos que ser cautos. Podrá jugar esta temporada. Lo veo mejor que las otras veces que ha empezado a recuperarse", ha dicho este viernes el técnico del Málaga, que lo tiene en alta estima porque es "como un hijo pequeño", reconoció hace no mucho sobre el canterano. Ramón está más delgado, ha perdido unos cuatro kilos y ha estado cuidando al milímetro la lesión en el recto anterior del cuádriceps de su pierna derecha, que lo frenó en seco a mediados de diciembre. Todavía no ha entrenado con el grupo.
El 23 de abril de 2023 se rompió, entre lágrimas, mientras su equipo sellaba el triunfo en Lugo para soñar con lo imposible, la permanencia. Aquella rotura de cuádriceps sería un calvario extremadamente largo, más incluso de lo esperado. "Quiero que sea mi año", decía el pasado 10 de agosto, cuando hasta él mismo puso la meta más cercana de lo que pensaba: "Siempre puede haber contratiempos, pero espero que esté para competir en septiembre. Es una lesión en la que hay que tener mucho cuidado".
Entre la impotencia del paso del tiempo y las oportunidades perdidas está su situación contractual, que acaba en junio de este mismo año. Renovar a un jugador que lleva tanto tiempo fuera es un riesgo, como dejó caer Loren Juarros, que espera al de Órgiva para que empiece a ayudar en el tramo decisivo: "Desde el club somos medianamente optimistas en que aporte a final del campeonato. Hasta ahora, ha habido pocas garantías", dijo tras el final de mercado invernal.
Las dudas son muchas. ¿Cómo volverá? ¿Tendrá por fin continuidad o su carrera seguirá truncándose por las lesiones musculares? ¿Podrá demostrar que, como muchos piensan, puede ser un centrocampista absolutamente decisivo en Primera Federación? ¿Le dará tiempo a convencer a la dirección deportiva de que él también puede -y quiere- formar parte del proyecto futuro del club? ¿Tendrá su reválida o seguirá el fútbol siendo tan cruel?
Certezas hay algunas, las que se conocen en palabras de su entrenador, de Loren o de su entorno más cercano. Él quiere ser partícipe del ascenso del Málaga al fútbol profesional, donde el año pasado se quedó con las ganas de ayudar al milagro. Tiene una espinita clavada. Ha recuperado algo de ilusión y autoestima por haber sido incluido en la prelista de España para los Juegos Olímpicos. Ha adecuado su musculatura a posibles recaídas, está más fino y ha madurado de golpe. Estos días estuvo en un centro médico de Barcelona para un reconocimiento rutinario, por ver cómo ha avanzado su lesión y valorar cuál es el siguiente paso adelante.
Su regreso no entiende de fechas, es más una incógnita en la que nadie se atreve a entrar. El malaguismo tendrá que esperar. La situación en la carrera deportiva del jugador es compleja mientras las dos partes se echan de menos mutuamente. Ramón al Málaga y el Málaga a Ramón.