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El pasado malaguista de Míchel Sánchez, artífice del Girona de Champions

Miguel Ángel Sánchez 'Míchel', como entrenador en el Girona y como jugador en el Málaga.
Periodista malagueño. Delegado en Málaga.

Con casi total seguridad no hay una persona tan feliz y llena de orgullo en estos momentos como Míchel Sánchez, entrenador del Girona, desde este domingo oficialmente equipo de Champions League para la temporada que viene. Un hito histórico y pionero para un club que en 2022 competía en Segunda División. Ascendieron vía play off como sexto clasificado. El año pasado acabaron décimos. El año próximo se codearán con los grandes de Europa. Creer en el proceso.

Míchel es el entrenador de moda por méritos propios. Su temporada en liga ha sido apoteósica, durmiendo líder durante varias semanas y aguantando el pulso a los de arriba hasta que el Real Madrid metió sexta marcha. Hasta el punto de quitarle, de momento, la segunda plaza al Barça después de vencerle con remontada incluida (4-2).

En su currículum como jugador también aparece un equipo que jugó Champions por primera vez hace once años. Fue efímero, como las aventuras del Euromálaga por la competición de las estrellas. Pero, igualmente, Míchel puede decir que jugó en la máxima categoría con el Málaga CF. Ocurrió en la temporada 2004/05.

Llegó cedido del Murcia con opción de compra de dos millones en el mercado de invierno. Justo el Málaga había anunciado la destitución de Gregorio Manzano, que por entonces dejó al equipo en descenso. Tomó el relevo Antonio Tapia por su gran trabajo anterior en el Atlético Malagueño. El club malacitano fichó en ese mercado a Míchel, Baiano y Tote.

"Un paso adelante"

Míchel, que jugaba de interior izquierda o mediapunta, aterrizó con 29 años en Málaga con expectativas de tener minutos. No se cumplieron del todo. "Es un paso adelante venir al Málaga, me hizo mucha ilusión cuando me surgió la oportunidad de venir. Estoy dispuesto a jugar desde el primer partido", dijo el día de su presentación, un 11 de enero de 2005. Acabó participando poco por la competencia que tuvo en la zona media. Jugó en nueve partidos, dos de ellos como titular.

Míchel, en su etapa como jugador blanquiazul en 2005.

Lo que sí se cumplió fue su vaticinio con respecto a la permanencia. "No doy por muerto a este equipo porque lo tiene todo para salir de esos puestos de descenso", comentó en su primer día. Dicho y hecho. Con Antonio Tapia, el Málaga logró once victorias, seis derrotas y tres empates. Terminó la liga décimo con 51 puntos, por delante de equipos como Atlético de Madrid o Zaragoza.

Hay conexiones malaguistas por todos lados. Míchel debutó en La Rosaleda sustituyendo a Leko en un Málaga-Atleti que acabó en victoria por 1-0 con gol de Juan Rodríguez. Como rival colchonero estaba Salva Ballesta, que acompañó a Fernando Torres en la punta de ataque aquel día. En el Málaga jugaron Arnau, Juanito, Fernando Sanz, Valcarce o Edgar.

Los únicos partidos que el ahora técnico del Girona jugó como titular fueron contra el Mallorca en casa (0-0) y en el triunfo a domicilio ante la Real Sociedad (1-3). Su último baile como malaguista fue en el Sánchez Pizjuán. No tuvo mejor manera de despedirse que ganando un derbi al Sevilla en su campo (0-2 con goles de Duda y Baiano). Jugó 15 minutos hacia el final del partido.

Enfrente, un Sevilla lleno de nombres míticos: Sergio Ramos, Dani Alves, David Navarro, Jesús Navas, Renato y dos exmalaguistas como Darío Silva y Baptista, este último destinado, sin saberlo en ese momento, a formar parte del Málaga que jugó Champions por primera y única vez. Míchel vivirá esa sensación en Girona, pero desde el área técnica.

El once inicial de aquel Málaga de Tapia se recitaba de memoria y, en ese contexto, Míchel no logró sacar su mejor versión para convertirse en un jugador indiscutible. Se marchó al concluir la temporada, de vuelta al Murcia, donde aguantó un curso más.

Bonito fue su episodio posterior en el regreso al Rayo Vallecano, en 2006, cuando estaba en Segunda B. Año tras año se erigió como líder en el vestuario y logró el sueño de regresar a Primera División en 2011. Un año después, en la máxima categoría y con el equipo de su barrio, colgó las botas. Le picó el gusanillo de los banquillos. El resto... es una historia que sigue escribiéndose con tintes épicos.

Míchel, Baptista y Sergio Ramos en un Sevilla-Málaga.

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