Voces del malaguismo joven: "Cuando vi a tanta gente animando dije: a tomar por culo Madrid y Barça"

Entre los centenares de personas que guardaron cola, tres adolescentes irradiaban felicidad sujetando una ristra de entradas para el Málaga - Nàstic. Serán testigos de un día histórico. Como para no sonreír. Jaime, Pepe y Andrea ejemplifican la importancia que esta temporada ha tenido (pase lo que pase) en lo que a malaguismo se refiere. El germen de nuevos malaguistas y el refuerzo de los habituales. Oh Málaga, You'll Never Walk Alone! en el sentido más literal.

Jaime Rivas, Pepe Cotta y Andrea López tienen 16 años. Cuentan a ElDesmarque que son tres amigos con unos colores compartidos y un mismo escudo al que apoyar. Jaime lleva en su mano unos apuntes de El Renacimiento, una prueba fehaciente de que se han saltado sus obligaciones estudiantiles por conseguir una entrada para el partido. A las 12.30 horas lo lograron. Dos horas después, el Málaga informó de que se agotaron todas. Misión cumplida.

Cada uno tiene su historia. Jaime y Andrea estaban en el cine cuando el Málaga  tenía que remontar al Celta Fortuna. No pudieron conseguir entrada. En mitad de la sala, a oscuras, sacaron el móvil y acabaron viendo más la eliminatoria de play off que el largometraje. Ellos dos se han acercado a la taquilla de La Rosaleda este jueves interrumpiendo sus sesiones de estudio en la biblioteca. "Mañana tenemos un examen global de matemáticas y ha empezado a estudiar Peter...", confiesa Andrea entre risas.

En la cola les guardaba el sitio Pepe, que a la semifinal no pudo ir porque tenía que estudiar. Gajes de la adolescencia. "Me dije que tenía que ir a la final sí o sí. En mi casa estaba estudiando y el del Celta me lo puse yo solo", relata. Ha llegado a las ocho y media de la mañana y dice que ya había gente hasta la mitad del puente del Guadalmedina. "Me he tenido que perder el día entero de colegio, todo por el Málaga. No creo que tenga consecuencias, mis padres me han dejado, hoy voy de legal", añade.

La primera vez

La historia de Pepe es de malaguismo en pleno crecimiento. Para todo hay una primera vez y la suya fue hace unos meses, cosas del fútbol, cuando el equipo de su tierra caía al fango de la tercera división. "De ir a los partidos de seguido es mi primera temporada. He empezado desde el barro, desde abajo, y yo subo para arriba con ellos. Pero vamos, ¡Ya no me pierdo ningún partido! ¡Ya a muerte!".

Esta nueva pasión se la debe a su colega Jaime, quien lo convenció para que le acompañara a La Rosaleda el pasado Día de la Hispanidad (Málaga 1-0 Melilla, gol de Dioni). Aquello fue el principio de todo. "Cuando fui y vi a la gente animando a muerte dije: a tomar por culo el Madrid y el Barça, aquí hay que ser del Málaga", dice sin tapujos Pepe. Lo corrobora Jaime. "Ya los ve todos".

Jaime ya tenía la pasión arraigada. Su primer partido fue cuando tenía ocho años, "contra el Levante, que ganamos 1-0 y nos echaron una roja. Me acuerdo perfectamente, me lo pasé pipa. Desde ahí llevo disfrutando del Málaga y lo vivo con mucha tensión". Andrea lleva siguiendo al equipo desde pequeña, también asidua a La Rosaleda, una tradición inculcada por sus padres: "Para mí ya es algo familiar".

No tienen el privilegio de ser abonados, como tantos miles en la ciudad. Los tres coinciden en que lo serán cuando trabajen en el futuro y puedan costearlo. "Tengo unas ganas de hacerme abonado...", suelta Pepe, que iría al Fondo Sur "del tirón". Jaime va más allá y se imagina como un papá malaguista que continúe el legado: "El primer partido que verá mi hijo será del Málaga".

Este sábado (20.30 horas) se sentarán en curva alta y lo vivirán con la ilusión imbatible con la que se vive el fútbol - y la vida- a los dieciséis. Ellos no lo saben, pero en unos años se acordarán de todo esto y pensarán: quién volviera a recuperar esos años en que la principal preocupación era conseguir una entrada para ver a tu equipo y, de paso, aprobar matemáticas.

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