Nàstic - Málaga: Explicar lo inexplicable (20:30)

Hay días normales y hay días extraordinarios. Normalmente, la vida transcurre por caminos rutinarios, pero de vez en cuando te cruza por atajos hacia lo eterno. Saber que vas a vivir algo que recordarás por siempre. Lo sabían el millar de hinchas que fueron a arropar al equipo al aeropuerto en una imagen espectacular de comunión. Es ese el sentimiento de una ciudad entregada con su equipo, el Málaga CF, club de los vaivenes, capaz de descender hace trece meses y volver a tener en su mano la opción de expiar sus pecados con un ascenso.

El Málaga tiene la ventaja momentánea del 2-1 ante el Gimnàstic de Tarragona. Los locales confían en la remontada y preparan una caldera en el Nou Estadi. El sufrimiento es seguro. Decía Pellicer que el equipo no debe salir a especular, no debe permitirse jugar a empatar. A las finales se sale con el triunfo en la mirilla. Pero un empate le valdría para celebrar el resurgimiento. Será en noventa minutos o en ciento veinte si hay prórroga.

No se esperan demasiados cambios del técnico malaguista, quizá ver si Einar y Juande vuelven a salir de partida o si lo hace Nelson Monte. Larrubia también podría volver al once, aunque ha estado entre algodones durante la semana. Tampoco es previsible que haya revolución en el Nàstic de Dani Vidal, que en la previa dijo que se espera "un Málaga muy parecido al de la ida". 

El arbitraje ha sido un tema visceral en la eliminatoria. En la ida, los gimnásticos centraron las críticas en el colegiado y protestaron el gol legal de Roberto en el 1-0 y un penalti no pitado justo después del señalado a Einar y convertido por el ariete de Puente Genil. "Esperamos un árbitro como el que ha tenido el Málaga", espetó el presidente del Nàstic en zona mixta.

Finalmente, será el bilbaíno Eder Mallo Fernández (30 años) el juez de la final. No ha pitado al Málaga, sí al Gimnàstic, contra el Dépor en Riazor, cuando los granas cayeron por 1-0 con un gol legal anulado a Marc Fernández, además de expulsar a David Concha, goleador en La Rosaleda. Mallo también se juega un ascenso a Segunda. Siempre dice Pellicer aquello de estar por encima del arbitraje. Lo mejor que puede pasar para ambos equipos es que no se hable demasiado de ello cuando estén celebrando el ascenso.

Once mil malaguistas lo verán en el Auditorio a través de un pantallón que se queda pequeño en comparación con los nervios del ambiente. Algo más de quinientos estarán en Tarragona. Otros tantos miles lo seguirán en la distancia, en sus casas, allá donde estén. A las 20.30 horas no hay otro plan posible. Este Málaga de zagales, con algunos toques de veteranía, que ha hecho de la juventud virtud con una edad media de 25'1 años, se ha ganado el derecho a que confíen en ellos. "Lo van a hacer" es un lema y es una premonición.

El error, la derrota y la decepción están en el filo, muy cerca. "La pelota está en el aire. Regresaremos mañana, a explicar lo inexplicable", reza el himno del 120 aniversario. La pelotita puede caer fuera o dentro. Pero la tiene en su bota el Málaga. El fútbol es un amasijo de pequeñas decisiones que tienen grandes consecuencias. Como la vida misma. A veces ocurren cosas inexplicables. Este club, hace once años en Champions y ahora en el barro, sabe mucho de esto. Pero ha viajado a Tarragona a tratar de explicarlo.