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Yanis Rahmani y el Málaga, una historia de amor inacabada

Yanis celebra su gol en un Málaga-Albacete (Foto: MCF)
Periodista malagueño. Delegado en Málaga.

El Málaga cerrará su plantilla con el regreso de Yanis Rahmani, un hijo pródigo para la afición que en su día lo idolatró desde la distancia de seguridad. Su papel crucial en la temporada 2020/21 no lo olvida el malaguismo: cinco goles y cinco asistencias ayudaron a la permanencia de mayor mérito, en el año del Covid-19 y las famosas 18 fichas profesionales. Con Sergio Pellicer como principal valedor, Yanis vivió en Málaga la mejor temporada de su carrera hasta el momento, como él mismo reconoció en su despedida.

La historia de Yanis y el Málaga es la de un amor incondicional, pero inacabado. Desde que volvió al Almería en junio de 2021 tras su cesión en Málaga, Yanis ha sonado cada verano como anhelo que nunca terminaba de cumplirse. Hasta Pepe Mel reconoció en su estancia en La Rosaleda que era un jugador que les vendría muy bien. Cada mercado, el nombre del extremo franco-argelino saltaba por rumores, deseos inalcanzables del club o petición de la hinchada. Pero su caché en el Eibar había subido. En los últimos tres años fue un quiero y no puedo.

Hasta que una concatenación de acontecimientos insospechados vuelven a traerle por Martiricos. Piense el lector en todo este camino: Yanis se fue de Málaga queriendo quedarse, fichó por el Eibar, allí jugó 84 partidos en tres temporadas (menos de la mitad como titular, 39), aunque con una cesión al Tenerife en mitad de la 2023/24. Este año no tenía hueco en Ipurúa y esperó a encontrar una salida. Enrevesado el destino, una aparatosa lesión de Julen Lobete y otra de Kevin Medina, todo esto en un mismo partido, han empujado al Málaga, con el beneplácito de Sergio Pellicer, a llamar a Yanis para rescatarse mutuamente.

En todo este tiempo lejos de la Costa del Sol, sus números han sido siete tantos y tres asistencias. En el Málaga marcó cinco en Liga y uno en Copa, además de regalar cinco pases de gol. Como él expresó en su despedida, aquí tuvo su mejor año y ahora vuelve para tratar de repetirlo.

El fútbol -la vida- le ha dado una oportunidad de cumplir un deseo. "Me queda la espina clavada de no disfrutar de La Rosaleda llena y poder disfrutar de un ambiente espectacular. Seguro que algún día podré tener esa suerte. Why not???", escribió Rahmani en 2021. Este sábado, en el Málaga - Albacete (21.30 horas), podrá sentir al fin la sensación de jugar con 27.000 almas alentando a su favor. Tres años después, se cierra el círculo. 

Una pieza que encaja

Con Lobete tres meses de baja como mínimo y con Kevin fuera unos dos meses, el Málaga se quedaba corto de efectivos en la banda izquierda. Antoñito Cordero es el único extremo puro que puede actuar ahí. La llegada de Rahmani es una bendición para el equipo, que suma una pieza que encaja porque se adaptará rápido a un club que conoce, por su estilo de juego, por la química con el entrenador y por las necesidades del equipo.

Rahmani es sinónimo de descaro, verticalidad y desborde. Es rápido, desequilibrante. Tiene buena pegada y olfato para llegar al área, aquí supo explotarlo. Además, tiene algo necesario para el Málaga, buenos centros. Sus caramelos a Pablo Chavarría en pandemia no se olvidan. Importante para nutrir a Roko Baturina, Sergio Castel o Dioni.

Las lesiones no le han lastrado demasiado en las últimas temporadas, más allá de un esguince de rodilla en la recta final de la pasada campaña con el Tenerife. Necesita confianza y continuidad y con quién mejor que con Sergio Pellicer, que conoce sus puntos fuertes en ataque y sus aspectos a mejorar, como las ayudas defensivas o la regularidad que no tuvo en Ipurúa.

Yanis Rahmani y Joaquín Muñoz se abrazan junto a Ramón (Foto: MCF).

Why not?

De madre portuguesa y padre argelino, nació en Francia, pero se crió en Bilbao. Allí llegó con ocho años junto a sus dos hermanos y su madre. Sus abuelos llevaban décadas en el País Vasco. Yanis es una mezcla de naciones y religiones. Su padre, musulmán. Su madre, cristiana. Maneja acento vasco y su trato simpático cayó bien en aquel vestuario donde coincidió con Ramón Enríquez o David Larrubia, cuando estos eran imberbes todavía.

Un amante de la NBA y del base Russell Westbrook, de quien adopto el lema que usa como motivación: Why not? (¿Por qué no?). También un fanático de Cristiano Ronaldo, referente absoluto por su mentalidad. Celebró el año pasado un gol en Ipurúa con el famoso "Siuuuuu". Vuelve a Málaga, con 29 años y mucha más experiencia, aquel franco-argelino-bilbaíno que deleitó a una Rosaleda vacía por la pandemia.

"Cuando más cómodo me siento es cuando puedo hacer mi fútbol. Un fútbol en el que se me permita fallar, que se me permite jugármela. Jugar a lo mío, como es un poco el fútbol callejero", nos contó en una entrevista en ElDesmarque en 2020. Comienza el segundo capítulo de esta historia de amor y pertenencia que nunca acabó, simplemente hizo un parón temporal.

Rahmani, gol de cabeza y celebración a lo Cristiano. 

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