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Sergio Castel, un mochilero del fútbol: de carpintero en Australia a los impagos en Chipre

En el Jamshedpur de la Superliga India, en el Málaga y en Anorthosis de Chipre.
Periodista malagueño. Delegado en Málaga.

Hay historias que son disfrutables porque rozan lo rocambolesco y apuntan a una miniserie de esas que pueden consumirse en una tarde de sobredosis de palomitas. La carrera de Sergio Castel, que sigue su curso con una parada en Málaga, da para ir presentando ya un guion a Netflix.

Lo que a continuación se relata es un testimonio en primera persona del delantero madrileño, un trotamundos a sus 29 años. La entrevista completa de ElDesmarque al jugador del Málaga CF puedes leerla aquí.


Venía de rescindir de la cantera de Osasuna y me voy al Lealtad, un equipo de Asturias que estaba en Segunda B. Entrenaba bien, pero no jugaba porque el míster apostaba solo por los veteranos. No lo entendía mucho y me cansé del fútbol. También eres joven, 20 años tenía, y lo ves todo de otra manera. Tenía amigos que se habían ido a Australia a estudiar y tenía la espina. Lo pensé y dije: si no lo hago ahora, no lo hago nunca. A tomar viento, dejo el fútbol y me voy. Hice un curso para aprender inglés y acabo trabajando de carpintero.

La historia es graciosa. Yo aparte de estudiar inglés en Brisbane, los fines de semana iba a jugar los sábados a un parque con un grupo de africanos, que la gente se quedaba alucinada porque veían a 40 negros y un blanco jugando, que era yo. Y los domingos jugaba con unos sudamericanos. En ese grupo dije que buscaba trabajo y uno me dijo que tenía una fábrica de carpintería. "Yo no he cogido una tabla en mi vida", le dije. "No te preocupes, que yo te enseño", me dijo. Primero era cargar tablones como un animal y acabé aprendiendo a diseñar cocinas en 3D y a montar de todo. Seis meses estuve así mientras entrenaba en un equipo que se llamaba Olympic.

Un entrenador español me vio entrenar allí, él contactó con otro español que estaba en Melbourne, en un equipo de Segunda. Ese me dijo que fuera a probar tres días y allí me cogieron. En Melbourne me engancho a un equipo de segunda, jugando bien. Un amigo alemán me habló mucho de Asia y le dije que quería probar allí. Me contó que conocía a un tipo holandés que trabaja de agente en Vietnam. Le dije que no a una oferta de otro equipo de Australia y me fui a probar a Vietnam, sin equipo. Me quedé cuatro meses allí jugando y viviendo.

Vuelta a España, Erasmus a India

Allí estuve hasta que mi familia me dijo: "Ya es hora de que vuelvas, llevamos dos años ya sin verte". Me fueron convenciendo y volví para firmar en el Alcorcón B. Allí no juego y me llama un director deportivo que había seguido años antes, Jacobo se llama, y me probaron en el San Sebastián de los Reyes en Segunda B. Confiaron en mí, hice una buena temporada y me firmó el Atlético de Madrid tres años. Pero allí no termino de jugar porque era un contrato mixto, ni para el primer equipo ni para el filial. Yo creo que el objetivo del club era cederme hasta venderme y sacar pasta por mí, hablando claro.

Hasta que me llega de repente una oferta desde La India cuando estaba en mitad de la pretemporada con el Atleti. Una oferta económica muy buena, en ese momento irrechazable. Era otro país, otra cultura, una experiencia brutal. Un choque cultural increíble. Por ejemplo, los aficionados llenaban los estadios y no sabías si jugabas en casa o fuera. Un rival te hacía una entrada fuerte y todo el campo lo celebraba, y tú decías: pero si esos son los rivales, cabrones (risas). Un fútbol muy distinto, con muchos espacios. Hice buena temporada.

Su lesión en la fascia, el capítulo más negativo de Castel: "Yo no aguantaba más, no entrenaba durante la semana, jugaba infiltrado y seguía con dolor".

En la pandemia regreso a Madrid y me contacta el Ibiza. Me llama Amadeo Salvo. Estaban haciendo un equipazo para ascender a Segunda y me convencieron enseguida. Hablaban con sinceridad y eso me gusta. Hacemos un añazo, ascendemos y en Segunda empiezo muy bien, hice una buena primera fase. Con la llegada de Paco Jémez fue un cambio radical para bien porque generabas muchas ocasiones. En enero gano el mejor jugador del mes de Segunda esa temporada. Le metimos al Málaga 0-5 en La Rosaleda y metí en ese partido, espero que no me lo tengáis en cuenta. Pero a partir de febrero empezó mi problema con la maldita fascia.

Castel, en La Rosaleda, donde ya debutó en la jornada 3 ante el Albacete. (Foto: A.F.L)

Una lesión interminable

Me lesioné y se gestionó muy mal la lesión en el Ibiza. Se me pinchó, se me infiltró y se forzó mucho cuando no tenía que haber forzado. Yo no aguantaba más, no entrenaba durante la semana, jugaba infiltrado y seguía con dolor. Al tiempo, pedí que me hicieran una resonancia y salió que tenía una microrrotura y más cosas. Un lío bueno tenía ahí. Mi temporada siguiente fue malísima, la 2022/23. Un año para olvidar.

Me fui del Ibiza en invierno y llegué al Burgos, donde firmé seis meses. Llegué con mucha ilusión, me trataron fenomenal... y en los primeros días me sale un edema en el pie izquierdo y tengo que parar dos meses. ¡No puede ser! Intenté jugar un poco en marzo pero ya no era el mismo jugador. No conseguí marcar.

Ahora, gracias a Dios, esa lesión ya está olvidada. Pero, fíjate lo que te digo, que hasta el verano pasado me volvía a molestar la fascia. En Chipre me dijo un doctor que lo mejor que me podía pasar es que se me rompiera. ¡Y es lo que me pasó! Estuve un mes de baja, se me recuperaron las fibras y ya no me ha vuelto a dar ningún problema.

Última experiencia en Chipre, con impagos

Tenía ganas de reivindicarme del año anterior. Me decía: este jugador no soy yo, no estoy tan tieso. Estaba frustrado. Quería dar un golpe en la mesa, como aquí en el Málaga. En Chipre, a nivel deportivo, todo muy bien, pero a partir de enero empezaron a no pagarnos. Por este tema de impagos llevo desde entonces sin cobrar nada. Hemos denunciado a FIFA. Había gente que no tenía ni para pagar la casa. Luego apriétale a esa gente para entrenar, es imposible. Un sinvivir.

Allí en el Anorthosis coincidí con Fran García, lateral izquierdo que estuvo en el Burgos, con Sergio Tejera, ex de Nàstic u Oviedo; estuve también con el delantero Sekou Gassama, que estuvo aquí en el Málaga. De entrenador, el ex del Sporting David Gallego. Éramos varios españoles.

¿El nivel de la liga chipriota? Los cinco primeros tiene un pelín más de nivel que muchos de Segunda: APOEL, Aris Limassol, Pafos... son equipazos. Luego es verdad que los cuatro o cinco últimos no valen ni para Primera RFEF. Un salto brutal. No es una liga nada igualada. A nivel de presupuesto igual. Hay equipos con jugadores que cobran 2.000 al mes y otros que llegan a 40.000 al mes netos.

En resumen, soy un mochilero del fútbol. Sí, podría decirse que sí. No me sé estar quieto. De momento, este añito en Málaga a hacer las cosas como se tienen que hacer, a ponerme al cien por cien. Como digo yo: hay que poner el Lamborghini a tope y ya luego que corra.

Sergio Castel, en su presentación en La Rosaleda. (Foto: MCF)

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