La Selección de Estados Unidos sufrió, el pasado día 10 de Octubre, su peor revés de los últimos 30 años. Por primera vez desde México 86, el equipo masculino de USA no estará en el Mundial. Pero pese a ello, es indiscutible que el fútbol está creciendo muy rápido en Estados Unidos.
Ahora ya es un deporte relevante, pero las señales apuntan a un crecimiento que los genuinos fans del ‘soccer’ llevaban esperando mucho tiempo. Son tiempos emocionantes. Pero para este gran cambio también se necesita gran capacidad de inversión y acierto al definir un plan estratégico. Con la popularidad del deporte creciendo en Estados Unidos, es momento de pensar en el futuro y la identidad del deporte en este país.
Es cierto que tanto los clubes de la MLS como los de la NASL han iniciado proyectos importantes para construir academias que abastezcan sus primeros equipos con jóvenes jugadores locales. Pero, en mi opinión, el esfuerzo no puede acabar aquí. La consolidación del sistema tiene que abarcar todos los niveles, entrenadores, educadores, etc. Toda potencia mundial en el deporte ha entendido esto. España construyó miles de campos e instalaciones para su fútbol base, Alemania siempre ha sido líder en generar los mejores entornos para sus jóvenes talentos, y en estos países junto con otros como Bélgica y Holanda, los resultados han sido evidentes.
El sistema futbolístico en Norteamérica viene muy marcado por el ‘pay per play’. Al recién llegado le sorprende el coste exorbitante del fútbol base en los Estados Unidos, así como la forma en que sistemáticamente se beca a los niños (talentosos) sin recursos para que puedan jugar. Probablemente este es un punto caliente sobre el que el país debe trabajar si quiere llegar a ser una superpotencia futbolística. Da la sensación de que estamos en el momento exacto de dar este paso, y más tras el fracaso de la no clasificación peor a la vez con el reto inmediato de la candidatura para el Mundial 2026. Esta es una oportunidad que los Estados Unidos y la MLS no pueden dejar pasar. El proyecto para desarrollar el fútbol en USA se construye desde la base, no de arriba hacia abajo.
Este cambio podría suponer un salto cualitativo importantísimo para el mundo de fútbol aquí. Mucho más efectivo que el simple hecho de gastar dinero sin medir la calidad del producto. Dar a estos jugadores lugares para forjar sus identidades individuales en los campos, ayudándoles a descubrir el deporte en su mejor versión, también permitirá a la Selección Nacional descubrir su propia identidad. Dejar que los jugadores dicten la táctica y el estilo de acuerdo a sus fortalezas, en lugar de hacer que se ajusten a los sistemas en una pizarra, de seguro fomentaría un mejor desarrollo individual. En definitiva, en las categorías inferiores hay que darle a los chicos LIBERTAD.
Además de los niños y las academias, la reforma de los entrenadores también tiene que comenzar pronto. Los entrenadores en España realizan cursos de 750 horas de formación antes de poder recibir una licencia. En Estados Unidos se hacen cursos en 30 horas de clase y 40 horas de sesiones prácticas de campo. Eso es claramente insuficiente para luego saber desarrollar el talento de los niños. Pese al gran esfuerzo que supone, hay un número altísimo de entrenadores con licencia UEFA Pro en España en comparación con las pocas licencias que existen en los Estados Unidos.
Si el ‘soccer’ quiere despegar en USA, esto tiene que cambiar de inmediato. Es hora de formar y educar correctamente a los entrenadores y también de proporcionar a los niños el tiempo y las instalaciones correctas para jugar. Con estos dos pilares sujetando la ya de por sí potente maquinaria del deporte en América, el fútbol estadounidense estará más cerca del éxito de lo que ellos mismos creen. Si por el contrario el cambio no llega y el país se centra en sacar brillo al fútbol profesional sin cuidar la materia prima, se perderán las futuras generaciones de talentos y esto seguirá generando en los aficionados frustraciones como las vividas al término del partido contra Trinidad y Tobago.