Con el nacimiento de la FIFA en 1904 se reglamenta el fútbol a nivel internacional. Tras pasar a ser deporte olímpico, la disciplina tuvo una gran acogida. El máximo organismo del fútbol, viendo una oportunidad de negocio, decidió organizar en 1930, en Uruguay, un torneo en el que se juntaran las mejores selecciones del mundo. La elección de la sede acarreó polémica. Uruguay fue elegida en calidad de campeona olímpica, y por celebrar el centenario de la Jura de la Constitución nacional. Los países europeos, en plena crisis económica tras el ‘Crack del 29’, no vieron con buenos ojos hacer el desplazamiento transatlántico.
La primera Copa del Mundo fue algo distinta a como la conocemos hoy. La disputaron 13 selecciones: la organizadora y otras 12, divididas en tres grupos de tres equipos y un grupo con cuatro. En total fueron cuatro selecciones europeas (Bélgica, Francia, Yugoslavia y Rumanía), ocho sudamericanas (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, México, Perú, Paraguay y Uruguay) y Estados Unidos. Los del Mundial fueron partidos de grandes goleadas, con el 4-1 que Francia endosó a México, o el 3-0 de Estados Unidos a Bélgica en los partidos de apertura o los 6-1 que Argentina y Uruguay anotaron a EEUU y Yugoslavia, respectivamente, en las semifinales.
Capítulo aparte merece la gran final. Se disputó el 30 de julio en el Estadio del Centenario ante un público estimado de casi 100.000 personas. Fue un partido muy competido. Se adelantó Uruguay en el 12’ por medio de Pablo Dorado. Rápidamente Carlos Peucelle puso el empate para Argentina, y Guillermo Stabile, el máximo goleador de la competición, anotó el 1-2 al filo del descanso. En la segunda parte Pedro Cea igualó la contienda para Uruguay, y Victoriano Iriarte en el 68’ y Héctor Castro en el 89’ marcaron, respectivamente, el 3-2 y el 4-2 definitivo en el marcador. El anfitrión se quedó con el primer trofeo de Campeón del Mundo tras ganar los cuatro partidos que disputaron durante la cita, con un balance de 15 goles a favor y solo 3 en contra.
El entonces Presidente de la FIFA, Jules Rimet, hizo entrega del trofeo de campeón al combinado celeste. Un trofeo, por cierto, muy distinto al que conocemos hoy. Estaba hecho de plata esterlina enchapada en oro y lapislázuli, y representaba a Niké, la diosa griega de la victoria. La jornada posterior a la consecución del título, el 31 de julio, fue declarada fiesta nacional de Uruguay, y las celebraciones se sucedieron por todo el país durante días.
Ganador: Uruguay
Subcampeón: Argentina
Goleador: Guillermo Stábile (8 goles)
Curiosidades: Guillermo Stábile, el máximo goleador del torneo, debutó con la selección argentina en la propia cita mundialista. Tras disputar los cuatro partidos de la competición, en los que anotó 8 goles, no volvió a ser convocado para jugar con Argentina, a pesar de su gran rendimiento durante Mundial.