Tras dos Mundiales consecutivos jugándose en Europa, varios países latinoamericanos presentaron una candidatura y reclamaron su elección sobre otras. Chile se llevó el gato al agua sobre Argentina para la celebración del Mundial de 1962, y volviendo a competir en uno desde 1950.
El Mundial de Chile estuvo a punto de no jugarse allí. Un terremoto de escala 9.5, con epicentro en Valdivia, asoló el país andino en 1960, con la zona sur llevándose la peor parte. El país, que tampoco es que tuviera una economía boyante, quedó asolado. Económica y socialmente no era aconsejable que se jugara, dada la inversión necesaria para reconstruir las infraestructuras. Sin embargo, a pesar de ello, se celebró.
Los grupos se dividieron de la siguiente forma: en el 1 cayeron la Unión Soviética, Yugoslavia, Uruguay y Colombia; en el 2, Alemania Federal, Chile, Italia y Suiza; en el 3, Brasil, Checoslovaquia, México y España; y en el 4, Hungría, Inglaterra, Argentina y Bulgaria.
El Mundial estuvo marcado por la violencia con la que varias selecciones se emplearon. El Unión Soviética – Yugoslavia fue una batalla campal. No en vano, está considerado uno de los partidos más violentos de la historia. El jugador yugoslavo Mujic lesionó al defensa Dubinsky de gravedad, rompiéndole tibia y peroné, tras propinarle una patada sin balón de por medio. El soviético no se recuperó bien y desarrolló un tumor maligno que, incluso después de amputarle la pierna, le costaría la vida a los 34 años de edad. También es muy recordado el Chile-Italia, llamado ‘la Batalla de Santiago’. Las agresiones se sucedían sin que el árbitro pusiera orden y varios jugadores acabaron lesionados.
La historia cuenta que Édson Arantes do Nascimento, Pelé, tiene tres Mundiales, y así es. Pero lo cierto es que su participación en Chile 62 se vio frustrada después del primer partido de la fase de grupos. Tras el partido ante México, en el que metió un gol, ‘O Rei’, mejor jugador del mundo con apenas 21 años, sufrió una lesión muscular que le impidió volver a jugar. Pero eso no evitó que Brasil siguiera avanzando a ritmo de samba, con Zagallo, Garrincha, Vavá y Amarildo regateando rivales y superando rondas.
España, por su parte, se presentaba a la cita con una selección llena de nacionalizados como Puskas, Kubala o Santamaría. Además, una gran generación de españoles como Luis del Sol, Paco Gento o Luis Suárez formaron un equipo que, a pesar de su talento, no conseguiría pasar a la fase eliminatoria. En su defensa diremos que en su grupo cayeron la propia Brasil y Checoslovaquia, las finalistas de aquella edición del Mundial.
Aquella final, jugada en el Estadio Nacional de Santiago de Chile ante unos 70.000 espectadores, fue muy disputada. Brasil jugaba su tercera final consecutiva, tras el Maracanazo y el Mundial del 58; por su parte, era la segunda para Checoslovaquia, tras perder ante Italia la final de 1934. Comenzó con gol checoslovaco, a cargo de Maleput, a los 15’. Dos minutos después Amarildo, que sería el sustituto de Pelé en toda la Copa del Mundo, empató la contienda. Ya en la segunda parte, Zito adelantaría a Brasil en el 69’, y Zagallo anotaría el 3-1 definitivo, en el 78’ de partido. Brasil revalidaría su condición de Campeona del Mundo y confirmaría que aquella era una de las mejores selecciones de la historia.
Campeón: Brasil.
Subcampeón: Checoslovaquia.
Goleador: Florian Albert (Hungría), Garrincha, Vavá (Brasil), Leonel Sánchez (Chile), Valentin Ivanov (URSS), Drazan Jerkovic (Yugoslavia) (4 goles)
Curiosidad: Alfredo Di Stéfano nunca disputó un Mundial con Argentina. Tras sacarse la doble nacionalidad, fue convocado para jugar en Chile con España. Sin embargo, se lesionó en uno de los partidos preparatorios previos y, finalmente, tampoco pudo asistir. ‘La Saeta’, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, se retiraría sin jugar una sola Copa del Mundo.