Sochi (Rusia), 15 jun .- La disciplina y el rigor que consagraron a Fabio Capello y la humanización del atleta que permitió a Carlo Ancelotti demostrar que el fútbol es un estado de ánimo alentaron a Tite a redactar, editar y publicar su manual, el mismo que sirvió para rescatar a una selección que iba a la deriva.
Nació Adenor Leonardo Bacchi en el sureño estado de Rio Grande do Sul, el mismo del que provienen sus antecesores en la selección brasileña: Carlos Caetano Bledorn Verri 'Dunga' y Luiz Felipe Scolari.
Pero Tite es la antítesis del carácter recio, inflexible y el trato a veces bronco que suele caracterizar a estos 'gauchos'.
Con su constante disposición de incorporar experiencias, de adaptarse a novedades e incorporar métodos, Tite comenzó a trazar el cambio sin atentar contra dos tesoros del patrimonio futbolístico de los brasileños: los sueños y la fantasía.
Al cargo llegó el 1 de septiembre de 2016 impulsado por su exitoso paso por Corinthians. Tras ocho jornadas de eliminatorias del Mundial de Rusia convirtió a Brasil en el primer matriculado al enlazar ocho victorias, todo un hito para la región.
Nada parecido al panorama que se veía dos meses antes de la llegada del entrenador nacido hace 57 años en Caxias do Sul.
Con Dunga en el banquillo, la Canarinha se había desplomado al sexto puesto de las eliminatorias sudamericanas, ni en el puesto de repesca a Rusia.
Ese mismo equipo desmoralizado que le dejó Dunga dos meses atrás había quedado eliminado en la primera fase de la Copa América jugada en territorio estadounidense. Peor aún, la mayoría de esos jugadores había sufrido la humillación del 7-1 propinada por Alemania en las semifinales del Mundial de 2014 jugado en Brasil.
Así que haber dado en medio de las turbulencias el golpe de timón que corrigió el rumbo, podría haber sido misión cumplida para cualquier técnico. Para Tite, no.
Hoy, admite sin rubor que Brasil debe encarar con naturalidad su condición de favorito para conquistar el Mundial. ¿Y cómo negarlo ante los números de su selección, que podrían ser la envidia de cualquier boxeador?
Desde que comenzó la era Tite, hoy hace 652 días, la Canarinha ganó 17 veces, empató 3 y perdió una; marcó 47 goles y encajó 5.
Para entender los efectos del 'método Tite' basta ver su comportamiento en el comienzo de los entrenamientos, que más parece un ritual y lo convierten, a juicio de los comentaristas locales, en 'o dono da bola' ('el dueño del balón').
Se aisla en silencio de los jugadores y sus ayudantes para recorrer la cancha y luego comienza a tomar contacto con el balón, del que se alejó como futbolista cuando tenía 28 años por culpa de serie de lesiones de rodilla que limitaron la flexibilidad de una pierna.
Pero aun así, él lo domina todo en el ámbito de la Canarinha.
En febrero pasado, a cuatro meses del comienzo del Mundial, se adelantó a sus 31 colegas al anunciar los 15 de los 23 jugadores que convocaría.
Obtener con varias jornadas de antelación la clasificación a la fase final del Mundial de Rusia le dio una ventaja preciosa frente a sus demás competidores, pues usó el resto de los partidos oficiales como banco de pruebas, mientras sus rivales jugaban al límite, con la necesidad de asegurar un cupo en Rusia.
Otros imponderables jugaron a favor de sus planes. La lesión de Neymar en un partido del PSG le obligó a "aprender a jugar sin él", como a su juicio quedó demostrado al derrotar por 0-1 a Alemania en un partido amistoso jugado el 27 de marzo en Berlín.
Y si el equipo mostró fortaleza para jugar sin su referente, ¿qué pensar con él de regreso? Apenas dos detalles, que no son menores: en los dos partidos de preparación que jugó, ya recuperado, el exbarcelonista aportó dos goles. Y bajo la tutela de Tite, ya marcó seis y asistió once veces.
Tite juega sus cartas, tiene los ases en la manga y un país aguarda con devoción la hora de la partida con la esperanza de que, esta vez sí, sea la mano de Brasil.