A meses de cumplir 60 años, el mexicano Manuel Negrete a veces imagina que el tiempo es un ente elástico al cual regresa, acepta un servicio del volante Javier Aguirre y de media tijera anota el gol más bonito de los Mundiales de fútbol.
Fue la acción que marcó la carrera del jugador y su recuerdo lo sigue como un perro, porque su mente lo traslada, o por la insistencia de quienes lo detienen en la calle y le hablan del partido del 15 de junio de 1986, cuando México derrotó 2-0 a Bulgaria en los octavos de final del Mundial.
Una encuesta de FIFA dio como resultado que la acrobática volea del mexicano desde fuera del área fue el más hermoso de los goles de los Mundiales, pero el tema es subjetivo. La belleza no se puede evaluar en números y lo más importante de aquella jugada fue que existió, además de sus consecuencias.
Aquel gol le sirvió a México para abrir el marcador ante Bulgaria y entrar a cuartos de final, fase en la que los mexicanos se tutearon con Alemania, empataron sin goles y solo cedieron en tanda de penaltis, en la mejor actuación del "tri" en su historia.
Después del Mundial, Negrete emigró a Europa donde fichó con el Sporting de Lisboa con el cual convirtió cuatro goles en 16 partidos antes de ser transferido al Sporting de Gijón de España.
Fue el del duelo ante Bulgaria el único gol de Negrete en Mundiales porque, cuatro años después, México estuvo ausente en Italia 1990. Pero en días como los actuales en los que se respira el aroma de la máxima competencia deportiva, el jugador siempre sale en los diarios, aun cuando ya no juega y está dedicado a la política.
Treinta y dos años después de su gol, Negrete es un señor adulto que aspira a alcalde de la delegación de Coyoacán, una de las más hermosas de la Ciudad de México, que relacionan con la belleza, sirvió de casa a los pintores Frida Khalo y Diego Rivera y es el lugar donde crean sus obras algunos de los escritores más importantes de México como Juan Villoro o Guadalupe Nettel.
En ese sitio de casas coloniales de altos techos y algunas calles empedradas, con un parque central cuidado por un policía políglota, Negrete pretende hacer una apuesta a la belleza que le dé a la gente tanta alegría como la de su gol.
El futbolista empezó su campaña hace poco más de dos semanas y dice estar interesado en mejorar la seguridad de Coyoacán, realizar obras públicas y mejorar la calidad de vida de la gente.
Parece honesto cuando habla en sus visitas a lecherías, escuelas y mercados en los que pretende no hablar de su gol, pero a veces es imposible porque le preguntan.
No es algo malo, porque como candidato en unas elecciones Manuel Negrete es el político del gol más bonito del mundo y si como Alcalde hace una apuesta a la belleza tan acabada como la de junio de 1986 se ganará el cariño de la gente, algo más difícil de lograr en México que un gol plástico, casi con vida propia, como el suyo de México 1986.