Ya estamos en Kazán para el partido contra Irán. La primera sensación es que la ciudad ofrece mucho más que Krasnodar o Sochi. No tiene playa como el escenario de nuestro primer partido, pero el atractivo cultural es innegable. Fundada por los Búlgaros del Volga en 1005, acabó siendo conquistada por Iván el Terrible en el Siglo XVI para que se instalaran en ella los Tártaros y fuese floreciendo hasta convertirse en la octava ciudad más importante del país. Es un centro económico, político y cultural importante en Rusia y cuenta con aproximadamente 1,6 millones de habitantes en el área metropolitana.
En Kazán puedes visitar el Kremlin, una majestuosa construcción declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la Catedral de la Anunciación o la Torre de Soyembika. Y está el Kazán Arena, un estadio imponente, uno más, que deja a la altura del betún al 90 por ciento de los campos españoles. Entre otras cosas, por eso nos vendría bien albergar un gran evento como un Mundial.
Pero vayamos al grano: Irán no preocupa. O, dicho de otro modo, si no le ganamos a Irán, y a ser posible bien, no aspiramos a nada serio. La estrella es el delantero del Rubin Kazan y en el centro del campo sigue jugando Masoud, aquel futbolista que tan buenas temporadas diera en el Osasuna. No asustan nada.
Si ganamos este miércoles tendremos medio pase en el bolsillo. Y que quede claro, hay que ser primeros. Tal y como está el Mundial, el lado bueno del cuadro es ese, el que empieza con los octavos en Moscú.