Krasnodar (Rusia), 21 jun .- Dani Carvajal disputó al fin un partido en una fase final de un gran torneo con la selección española, estrenándose ante Irán en Kazán en un Mundial, enterrando el gafe que le perseguía y quitándose la espina clavada por ser un descarte en el Mundial 2014 y perderse por lesión la Eurocopa 2016.
Es el dueño del lateral derecho de España desde hace más de dos años pero la mala suerte acompañaba siempre a Carvajal para no disputar las grandes citas y a punto estuvo de costarle el Mundial 2018.
La confianza ciega de Julen Lopetegui, que decidió esperar su recuperación aún a sabiendas de que se perdería seguro el estreno en Rusia ante Portugal, impulsó su sueño. Por tercera vez estuvo a punto de truncarse. Ya le había pasado cuando fue un descarte de Vicente del Bosque para el Mundial de Brasil, con 22 años, después de una gran temporada en su regreso al Real Madrid tras crecer en Alemania.
La decisión de Del Bosque de llevar solo siete defensas y añadir un medio afectó a Carvajal, que por entonces tenía condición de suplente de Juanfran Torres. Dos años después, la mala suerte que persigue al lateral madridista en las finales reaparecía en Milán en la 'Champions' ante el Atlético de Madrid.
A puertas de la Eurocopa sufría una rotura muscular de tal grado que lo descartaba de una gran cita en la que habría jugado. Dos años después, el pasado 26 de mayo, se repetía la escena ante el Liverpool. Las lágrimas de Carvajal no solo reflejaban el dolor de tener que marcharse de una final que marchaba igualada, si no también su temor a caerse de la lista de 23 elegidos para Rusia.
Hizo todo lo posible tras conocer que la rotura muscular era de pequeño tamaño para estar en el Mundial. Siempre creyó en sus posibilidades y los avances ayudaron a conseguirlo. La crioterapia fue una técnica clave para acortar el máximo posible los plazos. Dani se mete en una máquina que llega a una temperatura de -180 grados centígrados, para que el músculo dañado realimente las células con el uso terapéutico del frío y mejore su capacidad sanguínea ayudando a una rápida recuperación.
El inesperado cambio en el banquillo de la selección no modificó el plan de ruta establecido. A Carvajal había que frenarlo, podía haber reaparecido ante Portugal, pero Fernando Hierro estimó oportuno no forzar la máquina con Cristiano Ronaldo en frente. Nacho Fernández era una opción más que fiable para que el duelo ante Irán fuese la fecha señalada. 25 días después llegaba el momento tan esperado.
Aunque la falta de ritmo de Carvajal era un riesgo porque no sólo no competía desde el 26 de mayo, en los últimos dos meses solo había jugado tres partidos. A los 67 minutos de la ida de semifinal de Liga de Campeones en el Allianz Arena ante el Bayern, sufría un pinchazo muscular en un partido en el que Frank Ribery le trajo de cabeza. Se le diagnóstico una lesión muscular en su bíceps femoral del muslo izquierdo y tardó 24 días en reaparecer.
Lo hizo para ganar ritmo en la última jornada de LaLiga Santander, sin nada en juego en la visita al Villarreal, de cara a la final de Kiev. Esos 90 minutos, más los 67 del Allianz y los 35 minutos frente al Liverpool. Un total de 192 en dos meses. No lo acusó el día que disputó decimosexto encuentro como internacional absoluto. Cuando cumplió el más grande de sus sueños de infancia: debutar con España en un Mundial. Carvajal enterró el gafe y ahora, de vuelta a su lateral, sueña en grande.