El VAR ha sido el gran protagonista en la noche de este martes en la tercera y última jornada de la fase de grupos del Mundial de Rusia. Especialmente en el Irán-Portugal, que hasta en tres ocasiones, decisivas, ha entrado en escena.
La primera, para indicar un penalti a favor de Portugal, al inicio de la segunda parte, que desperdició Cristiano Ronaldo. Después, para juzgar una posible agresión del capitán portugués sobre Morteza Pouraliganji. El árbitro, el paraguayo Enrique Cáceres, miró y miró la acción. E interpretó. Algo vio. No supo el qué y sacó tarjeta amarilla.
Finalmente, la tecnología dictó sentencia. Con Irán agitado por lo que consideró un agravio protestó una jugada dentro del área, casi al final. Una pelota que dio en la mano de Cedric en la puja por la pelota de Sardar Azmoun. No desperdició el tiro desde los once metros Karim Ansarifard, que dio el empate a su equipo.
El gol solo valió para firmar el final honroso de un grupo batallador que sigue sin poder superar la historia y alcanzar la fase de grupos por primera vez.