Berlín, 29 jun .- Un quiosco de periódicos cualquiera en Berlín. La primera página del semanario "Die Zeit" muestra una foto de la canciller Angela Merkel, con la cabeza agachada sobre una mesa y encima de ella una pregunta, "¿huir o resistir?".
Al lado, el diario BZ de Berlín muestra una foto del seleccionador alemán Joachim Löw saludando al volver de Rusia y en el título se pregunta si "aquí Jogi no estará diciendo adiós".
Merkel y Löw llevan más de una década en sus respectivos cargos. Ella ha marcado una era en la política alemana y él otra era en el fútbol alemán.
Cerca de cuatro años atrás, los dos estuvieron en su momento más alto. Merkel al quedarse ligeramente por debajo de la mayoría absoluta en las elecciones generales de 2013 y Löw al conquistar el título mundial en 2014.
Ahora los dos están en los momentos bajos y ambos se habla permanentemente del posible fin de una era. El sistema Löw y el sistema Merkel para muchos parecen agotados.
Los paralelismos entre los seleccionadores de fútbol y los cancilleres alemanes son bastante frecuentes.
Sepp Herberger -campeón del mundo en 1954- suele ser identificado con Konrad Adenauer, el canciller del milagro alemán. A Helmut Schoen, campeón del mundo en 1974, se le relacionada con los dos cancilleres socialdemócratas Willy Brandt y Helmut Schmidt.
El primer Helmut Kohl se le relaciona con Franz Beckenbauer y al título mundial de 1990 con la reunificación alemana del mismo año. Al segundo Kohl, el de la época en la que se hablaba de Alemania como del hombre enfermo de Europa, con Berti Vogts.
Siguiendo el paralelismo a Gerhard Schröder se le puede relacionar con Jürgen Klinsmann, como innovadores que sentaron nuevos fundamentos, el primero para la economía alemana y el segundo para el fútbol alemán.
Merkel y Löw recogieron los frutos de las reformas de sus antecesores. Durante casi una década mucho apuntaba a que todo estaba cada vez mejor y que se trataba de dos figuras difíciles de cuestionar que, además, lograban deshacerse sin aparentes dificultades de posibles contradictores.
El modelo Merkel empezó a agotarse con el ascenso de un partido de ultraderecha, Alternativa por Alemania (AfD), que sacó provecho de los temores que generó la llegada masiva de refugiados en 2015.
El ascenso de AfD ha causado pánico entre ciertos sectores del centro derecha que han empezado a cuestionar a Merkel y, a la vez, ha creado una escisión en la sociedad alemana.
"En 2014 todos dos sentíamos ciudadanos de un país en ascenso, ahora eso ha cambiado y nos miramos los unos a los otros con desconfianza", dijo en una reunión con la Asociación de la Prensa Extranjera (VAP) el director de la revista deportiva "11 Freunde", Philipp Koestner.
"Eso también se refleja en la selección, los paralelismos entre el fútbol y la política en Alemania siempre han sido increíbles", agregó.
La selección de 2014 tenía mucho que ver con el sueño de una Alemana multicultural que estaba representada por nombres como los de Jerome Boateng, Mesut Özil o Sami Khedira.
El líder del grupo parlamentario de AfD, Alexander Gauland, generó una vez un escándalo al decir que aunque Boateng jugará muy bien al fútbol dudaba que alguien quisiera tenerlo de vecino.
En ese momento, Boateng recibió muestras de solidaridad, Merkel lo invitó a la cancillería, pero ahora el clima parece haber cambiado.
Özil e Ilkay Gündogan, por ejemplo, han caído en desgracia con parte de la opinión pública alemana por una foto que se hicieron con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
Philipp Koestner considera que la foto con Erdogan sólo era el pretexto que muchos estaba esperando para darle rienda suelta a prejuicios racistas, los mismos que explota AfD.
"¿Adiós y a la jubilación?", titula hoy el diario "Süddeutsche Zeitung" de Múnich encima de una foto de Löw.
"Merkel lucha en Bruselas por su cargo", dice el título de la noticia siguiente en alusión a que Merkel tiene que lograr una solución europea para evitar la ruptura con sus socios bávaros que podría poner fin a su cancillería.
Pese a todo, no se puede descartar que los dos puedan salvarse. Lo que sería una muestra más de la capacidad de supervivencia de Merkel y de Löw.