José Antonio Pascual
Moscú, 3 jul .- Leo Messi y Cristiano Ronaldo, los dos jugadores que han dominado en el plano individual todos los galardones internacionales en la última década, se despidieron del Mundial de Rusia en la prematura instancia de los octavos de final, en tanto que Brasil confirmó su condición de favorito.
Como en la última ronda de la fase de grupos hubo emoción a raudales, la marca histórica de tres tandas de penaltis y goles a última hora para resolver los choques, como el de Bélgica ante Japón tras remontar un 0-2.
El argentino y el portugués dieron adiós con unas horas de diferencia tan solo. Ambos buscaban la gran gloria mundialista y, como en ocasiones precedentes, se quedaron sin ella.
Y ambos cedieron ante actuaciones estelares de otras dos figuras del panorama internacional, los dos del París Saint Germain, uno ya consagrado y veterano como Edinson Cavani, y el otro el joven más prometedor, Kylian Mbappe.
La Albiceleste, que parecía crecer y recobrar el pulso y el sueño después de su agónica clasificación para estos octavos, sucumbió ante el vértigo de Mbappe y compañía.
El proyecto de Jorge Sampaoli fue frenado en seco. Ni siquiera el hecho de remontar el tempranero gol de penalti de Antoine Griezmann le permitió progresar. Porque casi sin tiempo para que un equipo cosido con pinzas, con Leo Messi apagado, se asentara, sufrió las embestidas de la Francia de Didier Deschamps. Benjamin Pavard devolvió las tablas y en un visto y no visto Mbappe liquidó a Argentina (4-3).
Portugal también sufrió para llegar a esta ronda. Mejoró su fútbol, la posesión, pero de nada la valió ante la jerarquía goleadora de Cavani, determinante con su doblete antes de lesionarse, y de un bloque tan sólido como el del Óscar Washington Tabárez (2-1).
Brasil es la selección que se ha mostrado más solvente pese a encontrarse con una dura oposición por parte de México. Sobria atrás, firme en el entramado de contención, aparecieron por fin Willian y Neymar para liquidar al 'Tri'.
El extremo del Chelsea fue un quebradero de cabeza para la defensa azteca y el jugador del París Saint Germain demostró que comienza a estar cerca de su mejor forma. Con un gol y una asistencia lideró a la Canarinha.
Su próximo rival, Bélgica, estuvo a punto de sufrir un auténtico cataclismo futbolístico. Japón, la única selección no europea ni americana en octavos, soñó con lograr un pase histórico al situarse 0-2 al inicio del segundo periodo con los goles de Genki Haraguchi y Takashi Inui.
Bélgica estaba prácticamente hundida, pero no perdió la fe. Un gol con cierta fortuna del defensa Jan Vertonghen le permitió levantarse de la lona. De inmediato, un balón aéreo lo aprovechó el gigantón Marouane Fellaini para igualar y en la última jugada, en un contragolpe iniciado por Thibaut Courtois, otro suplente, Chadli, selló el 3-2 definitivo para citarse en un duelo tremendo ante Brasil, para muchos una final anticipada.
España, que tampoco cuajó una fase de grupos muy aceptable, sucumbió a la maldición del anfitrión. Nunca había ganado a un conjunto local en un Mundial y deberá seguir haciéndolo. Dominó y manejó el balón con tanta insistencia como incapacidad y carencia de ideas.
Rusia, muy inferior, se limitó en el Luzhniki a defender, a aprovechar un penalti absurdo de Gerard Piqué para empatar y lo confió todo a una contra y luego a la tanda de penaltis, en la que Igor Akinfeev detuvo los tiros de Koke Resurrección e Iago Aspas y mandó al conjunto de Fernando Hierro de vuelta a casa. Sin duda un auténtico bombazo dada la diferencia de nivel que hay entre los dos equipos.
Croacia también estuvo a punto del KO inesperado ante una sobria y hasta ambiciosa Dinamarca, que también le mandó a los penaltis tras igualar a uno. Pese al enorme partido del meta nórdico Kasper Schmeichel, el arquero balcánico Danijel Subasic fue aún más decisivo y Luka Modric, Ivan Rakitic y compañía mantienen su candidatura a volver a estar entre los mejores si no se dejan sorprender también por Rusia.
Los octavos se completaron este jueves. Suecia selló primero el pase con otra demostración de colectivo ante una desdibujada Suiza, a la que derrotó por 1-0 con un gol afortunado de Emil Forsberg.
El equipo escandinavo, verdugo en las eliminatorias de clasificación de Holanda, en la repesca de Italia y en la fase de grupos de este Mundial de la defensora del título, Alemania, hizo valer de nuevo el colectivo en su primer torneo de la era 'post-Zlatan' (Ibrahimovic) y se perfilan como un oponente muy correoso y duro para Inglaterra, que fue el último en sellar su clasificación al ganar a Colombia en otra confrontación agónica y taquicárdica resuelta en los penaltis.
En un duelo trabado e intenso, en el que el cuadro 'cafetero' echó en falta a una de sus grandes figuras, James Rodríguez -lesionado-, una pena máxima de Carlos Sánchez a Harry Kane permitió al delantero del Tottenham desnivelar la balanza y situar a Inglaterra con un pie en los cuartos.
Había ofrecido poco en ataque el equipo que dirige José Pekerman ante una Inglaterra más ambiciosa, pero la salida de Carlos Bacca y Mateus Uribe y un arreón final permitió a Yerry Mina lograr el empate en la prolongación al rematar de cabeza un saque de esquina, con lo que igualó con el alemán Paul Breitner como el defensa más goleador en una edición de la Copa del Mundo.
La prórroga no solucionó nada y el pase se solucionó, por tercera vez en esta ronda -nunca había ocurrido- en la tanda de penas máximas, en la que Inglaterra salió victoriosa por 4-3 pese a que fue la primera en fallar un tiro (Jordan Henderson).
La parada de David Ospina no le valió para nada, porque los dos últimos los malograron Mateus Uribe (al larguero) y Carlos Bacca (detuvo Jordan Pickford) y Eric Dier no perdonó.