De la violencia y la reválida de las Malvinas, al Mundial de la paz...
El Mundial de fútbol es la cita más esperada por todos los amantes del fútbol, merced a lo que hay en juego en él. Un campeonato que engloba mucho más allá de grandes victorias, goles o trofeos, sino que acoge a todas las rivales históricas del planeta. Un espectáculo por el que también suspiran miles y miles de hooligans que esperaban hambrientos que el ciclo volviera a comenzar, que los cuatro años entre uno y otro no suponga más que una preparación para una nueva guerra de honor entre ultras, que al fin y al cabo es lo único que prima.
El Mundial de Rusia previsiblemente iba a servir como una nueva reválida para los mejores grupos ultras del planeta. Los hooligans británicos, los barras bravas argentinos, las torcidas brasileñas, los tifossi italianos, los croatas, polacos, franceses o alemanes. Nazis, grupos paramilitares, movimientos de ultraizquierda… Y como no podía ser de otra manera en su gran cita, los rusos.
Conflictos históricos, declaraciones de guerra, pugnas de orgullo, alianzas, la lucha por ganar el respeto y honor del resto de grupos o la búsqueda de ganar al estar en juego el coronarse como el estilo más fuerte del mundo. En su vigésima edición se avecinaba el Mundial más violento de los últimos años.
Un Mundial en el que aún hay una premisa en común, aunque ha terminado diluyéndose: todos contra Inglaterra, el gigante histórico y creador del movimiento. Razones suficientes ideológicas, históricas y de orgullo como para que más de la mitad de los ultras que han acudido a Rusia quieran luchar contra ellos.
Una vez fundado el movimiento en los años 80 por los hooligans británicos, el Mundial de España 82 se presentaba como la gran cita para librar una ‘batalla’ global entre los grupos. Una cita que llegaba incluida con connotaciones bélicas, pues apenas empezaba el torneo cuando se firmó la paz en la guerra de las Malvinas. Argentina e Inglaterra. De hecho, algunos de sus seguidores se enteraron del fin de la guerra viendo la comparecencia oficial de Margaret Thatcher por televisión en algún bar de Bilbao, ciudad que acogió los partidos del combinado inglés en la primera fase.
Si bien es cierto que ambas selecciones no se enfrentaban en el torneo, las dos aficiones coincidieron en tierras vascas protagonizando una de las reyertas más importantes de la historia de los mundiales, que supuso la confirmación de una rivalidad histórica, la Batalla de Zarautz.
Allí coincidieron algunos grupos de hooligans de varios equipos del país, que decidieron hospedarse en la localidad guipuzcoana. La ICF del West Ham, los Headhunters del Chelsea, los Yidds del Tottenham, los hooligans del Southampton o la Red Army del Manchester United. como los de West Ham, Tottenham, Manchester United o Southamtpon. Una rivalidad que quedó relegada a un segundo plano, pues en frente estaban los barras argentinos.
Apenas tres días después de firmar el armisticio, precisamente una discusión sobre la guerra de las Malvinas derivó en una brutal agresión de los ingleses a los argentinos, que derivó que dos barras se dirigieran en señal de revancha al hotel de algunos hooligans y dispararan en sus habitaciones.
Una disputa que incluso la prensa tachó como un atentado terrorista de ETA, pero que brindó el primer gran triunfo de los hooligans en los mundiales. De hecho, un día después se enfrentaron Checoslovaquia e Inglaterra. Una ocasión ideal que los británicos aprovecharon para colgar una pancarta con la leyenda: “Falklands-Zaraus We Win Wars” / Malvinas-Zarautz, nosotros ganamos las guerras.
Una pelea que no fue más que el aperitivo de lo sucedido cuatro años más tarde en México 86, cuando la mano de dios de Maradona derivó en una nueva batalla campal entre ingleses y argentinos. Allí estaban presentes la barra de Boca, con el Abuelo, líder de la doce, los Borrachos del Tablón de River Plate y demás barras de Estudiantes o Independiente entre otros, además de algunos escoceses.
El gran enfrentamiento tuvo lugar bajo el llamado “Ángel de la Independencia”, lugar emblemático de la capital mexicana. Las fuerzas de seguridad, muy atentas toda la jornada para evitar altercados, no pudieron impedir la paliza que los barristas – con apoyo de algunos escoceses- infligieron a los hooligans. Muchos ingleses acabaron en el hospital y, con la carga simbólica que esto tenía, banderas británicas fueron arrebatadas para proceder después a su vergonzante exhibición pública.
Pero no sólo los argentinos van en contra de los hooligans, sino que los rusos son los últimos en unirse a la caza de los británicos. Cabe vislumbrar la Eurocopa de Francia, donde los ultras soviéticos le propinaron una paliza brutal a los británicos, así comentado por uno de los allí presentes en una entrevista a la BBC “Vinieron a Francia a pasárselo bien. Nosotros éramos 200 profesionales contra 2.000 amateurs".
De hecho no han sido pocas las alianzas sudamericanas con grupos del este europeo, como la reunión que se produjo en Buenos Aires entre una delegación de ultras del Zenit, Dinamo de Moscú o Estrella Roja, que pactaron un encuentro con barras de Vélez Sarsfield, San Lorenzo o Boca Junior. Además algunos europeos fueron detenidos al intentar entrar a la Bombonera con documentación falsa para ver el encuentro frente a Temperley y luego se vieron con Rafael Di Zeo, histórico dirigente de La Doce.
Una batalla que tenía una fecha marcada en rojo y que estaba prevista para finales de junio, pues Argentina jugaba en Nizhni Nóvgorod el día 21 frente a Croacia y apenas tres días después lo hizo Inglaterra ante Panamá. Una ciudad a la orilla del Volga, a 400 kilómetros de Moscú, que se presentaba como el escenario idílico para lidiar esa ansiada reválida ultra pero que termino diluyéndose con el paso de los días. De hecho los rusos se comprometieron a proporcionar traslado, alojamiento y abogados para los más de 300 barras bravas profesionales que han acudido al país europeo.
No obstante el que se presuponía el Mundial más violento de la historia ha terminado siendo el de la paz y armonía entre las aficiones. Algunas lenguas lo tachan de una propia conspiración del gobierno ruso para atemorizar al planeta y luego demostrar la validez de su seguridad, tras quedar en entredicho la de Francia hace justo dos años, con precisamente con los rusos como principales dinamitadores de la violencia. Una pugna que se presuponía bélica, violenta y mucho más sangrienta pero que ha terminado siendo un festival de paz. O al menos hasta la fecha. Qatar 2022, una nueva reválida para recuperar rivalidades históricas. O quién sabe si antes...