Su padre lo predijo y el hijo lo cumplió. Denís Chéryshev ha sido una de las grandes estrellas del Mundial. Quizás no pudo triunfar en el Real Madrid, pero sus cuatro goles -dos de ellos de bellísima factura- demostraron que es un futbolista destinado a hacer grandes cosas.
"Le dije que en cuanto tuviera la oportunidad disparara a puerta", comentó en televisión su padre, Dmitri, exjugador del Sporting de Gijón. Padre e hijo tienen la costumbre de hablar por teléfono dos horas antes de cada partido. La charla tranquiliza al padre y anima al hijo. Denís cumplió a rajatabla el consejo, ya que cada vez que ha podido ha armado su zurda y ha puesto a prueba al portero rival.
Una demostración de su ambición es que anoche era uno de los futbolistas rusos más afectados por la derrota. Se quedó petrificado en el banquillo. El sueño se había terminado, pero él se negaba a asumirlo.
Chéryshev padre pronosticó a Efe en vísperas del Mundial que el jugador del Villarreal sería el mejor de su equipo, pero Denís ha superado todas las expectativas. De nuevo el azar se ha cruzado en su camino. La lesión de Dzagóev en el primer tiempo del partido inaugural le abrió la puerta de la gloria. Y el hijo pródigo, que abandonó Rusia a los seis años con su padre con rumbo a España, no desaprovechó la ocasión.
En poco más de una hora marcó dos golazos que dejaron boquiabierta tanto a Arabia Saudí como a la afición rusa. Muchos seguidores, incluido leyendas como el héroe de la Eurocopa de 1960 Víctor Ponedelnik, apenas le habían visto jugar en vivo. En cuestión de unas pocas semanas, Chéryshev, el único futbolista de la selección que juega en el extranjero junto al tercer portero (Gabúlov), se ha convertido en un héroe nacional.
Contra Egipto salió de inicio y no decepcionó. Marcó el segundo gol de su equipo y de nuevo fue considerado el mejor jugador sobre el campo. Contra Uruguay fue sustituido por un defensa tras la expulsión de Smólnikov y ante España salió solo en la segunda parte.
Aunque se pasó más de una hora corriendo detrás del balón ante los españoles, Chéryshev no se desanimó. Esperó su oportunidad consciente de que ante los croatas Rusia debía salir al ataque. Su padre le dijo que tirara a puerta y a bien que lo hizo.
A la media hora, se fue de su marcador, hizo una pared con Dzyuba, Modric no llegó a impedir su incursión y se sacó de la chistera un disparo potente y colocado que se coló por la mismísima escuadra. Subasic sólo pudo hacer la estatua. El estadio se vino abajo y su padre no dejaba de repetir en televisión: "Os lo dije, os lo dije, os lo dije".
Parece mentira, pero hacía mucho tiempo que Denís no estaba varios meses sin lesionarse. Su particular travesía por el desierto se terminó a principios de año en el Villarreal y el Mundial le llegó en el momento justo.
Un juguete roto. Así era visto por muchos hasta hace poco, ya que estaba en el dique seco y en el gimnasio más tiempo que sobre el campo. Su futuro en el Villarreal no estaba del todo claro tras una temporada irregular.
Pero Chéryshev ha callado muchas bocas en este Mundial. Salió por la puerta de atrás en el Real Madrid. Muchos aún le culpan a él solo del famoso incidente de la Copa del Rey ante el Cádiz. La herida no ha cicatrizado, pero su orgullo está por encima.
Al igual que algunos de sus compañeros, el futbolista oriundo de Nizhny Nóvgorod tendrá más de una oferta sobre la mesa este verano. Si le acompaña la salud, la mercancía es única: un zurdo con velocidad, regate y gol. Un rareza en estos tiempos que corren.
Dos de sus tantos figurarán sin lugar a dudas en la lista de los mejores goles del torneo. Además ha marcado los mismos goles en una Copa Mundial que leyendas del fútbol soviético como Valentín Ivanov (1962) o Ígor Belánov (1986).
Sólo Oleg Salenko marcó más goles para Rusia en un Mundial (6) gracias a sus cinco tantos ante Camerún en 1994. La diferencia es que ese equipo no pasó ni siquiera de la primera fase y el actual ha hecho historia.
De corazón blanco. El futbolista criado en el Real Madrid tiene difícil lograr el sueño de triunfar en el Santiago Bernabeu, pero ha logrado algo al alcance de muy pocos. Poner patas arriba a todo un país.