El Mundial del balón parado. De los saques de esquina, las faltas laterales rematadas en boca de gol. El Mundial de una Francia de menos a más que ya está en la final y de una Bélgica sorprendente, que dejó a dos mastodontes en el camino para acabar muriendo en la orilla. El Mundial de Deschamps, que se quita su cartel victimisma; el Mundial de Roberto Martínez, que falló en sus decisiones en el partido más determinante. El Mundial en el que Umtiti decidió una semifinal.
Francia avisó cuando apenas pasaban 20 segundos de juego, con Mbappé cabalgando por la banda derecha sin encontrar rematador en el área. Hacía presagiar un dominio francés, pero se quedó en un amago, pues a partir de ahí Bélgica cogio el mando del partido. Lo hizo liderado por Hazard: la primera media hora del partido siempre fue lo que él quiso. Control, desborde, cambios de ritmo que complicaban la vida a Lloris.
Un disparo de Hazard que sacó Varane in extremis fue el primer aviso. Luego vino una intervención magnífica de Lloris al chut de Alderweireld, que pasaba por el área tras subir a rematar un córner. Bélgica apretaba pero Francia no baja los brazos. En lugar de retrasar líneas, fue apoderándose del partido con las recuperaciones de Kanté y las carreras de Mbappé por la derecha. Griezmann, jugando casi como centrocampista, mejoraba siempre cada jugada del cuadro de Deschamps.
Giroud avisó en un par de ocasiones del cambio de rumbo del partido, pero la más clara estuvo en las botas de Pavard. Mbappé dejó al lateral sólo ante el portero, pero Courtois se hizo gigante en el mano a mano. La primera mitad acabó con tres disparos sin demasiada fortuna de Griezmann y con un claro dominio de Francia, de menos a más.
El inicio de la segunda hacía presagiar un guión similar al primer período, con Bélgica apretando en los minutos iniciales. Pero todo cambió poco después, cuando Griezmann puso un córner desde el costado derecho y Umtiti, en el primer palo, peinó el balón al fondo de la portería de Courtois. En un Mundial con claro protagonismo del balón parado, el central blaugrana elevaba el 1-0 al marcador y rompía los esquemas de Bélgica.
Roberto Martínez se fue al ataque y la entrada de Mertens, por momentos, volcó todo el ataque por el costado derecho. Para entonces Fellaini ya jugaba como delantero centro, pero la pareja Varane-Umtiti se mantenía inexpugnable. Ante la negativa de los centros, Hazard volvió a tomar los mandos de Bélgica y Fellaini fue sustituido. El plan ya era otro, pero no funcionaba y Francia se sentía cómoda.
La más clara la tuvo Witsel con un zarpazo lejano que repelió como pudo Lloris. A partir de ahí, el partido murió con el marcador más cerca del 2-0 que del empate, con Francia dominando los tiempos, Pogba provocando córners, Griezmann chutando algo flojo y Courtois evitando el segundo con una mano magistral ante Tolisso, que salió en lugar de Matuidi. Para entonces las cartas ya estaban jugadas: Francia jugará su tercera final y una histórica Bélgica se queda a las puertas de la gloria. Espera Moscú.