Miguel Ángel Moreno
San Petersburgo (Rusia), 11 jul .- La selección belga, la máxima goleadora del Mundial de Rusia 2018 con 14 tantos a su favor en cinco partidos hasta la semifinal, vio cómo se le mojó la pólvora en el momento clave: el partido de semifinales contra Francia en el que cayó por 1-0 y apenas tiró tres veces a puerta.
Los 'Diablos Rojos' de Romelu Lukaku -segundo artillero del Mundial con cuatro goles, solo por detrás del inglés Harry Kane-, Eden Hazard (dos tantos), Dries Mertens, Kevin de Bruyne o Marouane Fellaini (uno cada uno), no supieron encontrar el camino a la portería del francés Hugo Lloris, que estuvo espléndido.
Solo durante los primeros 30 minutos del partido, Bélgica tuvo la claridad ofensiva suficiente para inquietar a Francia. Muy poco tiempo para un duelo de la máxima exigencia que le hubiera dado acceso a la primera final mundialista de su historia.
Lo hizo bien en esa primera media hora, con Nacer Chadli abierto a la derecha y, sobre todo, un maravilloso Eden Hazard volcado por la izquierda, donde volvió loco al joven lateral francés Benjamin Pavard.
El centrocampista del Chelsea lo intentó con el pie izquierdo y su disparo se marchó fuera; volvió a percutir diez minutos después con el derecho y fue el zaguero galo Raphael Varane quien despejó hacia arriba con la cabeza.
Se sumó De Bruyne con un centro que buscaba el cabezazo de Fellaini y desvió Lloris con apuros, y al minuto siguiente el central Toby Alderweireld tuvo la más clara al recoger un rechace de un saque de esquina y empalmar un disparo que el meta galo desvió en una magnífica estirada.
Todo esto en 20 minutos, cuando Francia parecía contra las cuerdas y Bélgica aspiraba a tener el gol que abriera el camino hacia la final del Luzhniki de Moscú.
Sin embargo, no hubo más. Bélgica se apagó, Francia comenzó a robar balones y se lanzó implacable al contragolpe. De las intervenciones de Lloris se pasó a los desvelos de Thibaut Courtois, hasta entonces prácticamente un espectador.
Y no se supo más de Bélgica en ataque, más allá de un balón antes del descanso en el que se despistó Samuel Umtiti y que no alcanzó a controlar Lukaku antes del descanso. Tras el receso, el central del Barcelona adelantó a su equipo y noqueó a Bélgica.
La pizarra de Roberto Martínez, tan efectiva para anular a Brasil en cuartos de final y con el punto de suerte necesaria para reaccionar ante el sorprendente 0-2 inicial de Japón en octavos, le faltó el ingrediente para socavar la fiable defensa francesa.
De los incorporados, solo Mertens generó algo de peligro con algunos centros magistrales desde la derecha nada más salió al campo. Pero poco más. De Yannick Carrasco y Michy Batshuayi, refrescos en los instantes finales, nada se supo.
Bélgica es la segunda selección que más dispara a puerta de este Mundial con 36 tiros entre los tres palos, solo por detrás de Brasil (38) y con más de una decena de oportunidades más que su rival de ayer, Francia (24), según la FIFA. Sin embargo, en la semifinal solo logró tres disparos hacia la portería de Lloris, por cinco de los franceses.
La maquinaria francesa en defensa, con 44 balones recuperados frente a los 34 de sus vecinos belgas, fue clave en un partido en el que la posesión belga del 60% careció de profundidad más allá de los primeros 20 minutos.
Para muestra, un botón: los dos jugadores belgas que más balones se pasaron entre sí fueron los centrales Toby Alderweireld y Vincent Kompany (47 pases), así como de Alderweireld al lateral Chadli (35). La principal conexión francesa fue entre el lateral Pavard y el extremo Kylian Mbappé, con 16 pases del defensor al atacante.
La falta de profundidad condenó a la máxima goleadora del Mundial a conformarse con la final de consolación en lugar de disputar la gran fiesta del Luzhniki de Moscú.