Miguel Ángel Moreno
San Petersburgo (Rusia), 11 jul .- El sueño de la generación dorada del fútbol belga, la que capitanean Eden Hazard, Kevin De Bruyne, Romelu Lukaku o el portero Thibaut Courtois, se acabó en las semifinales del Mundial de Rusia 2018 cuando fueron derrotados por Francia (1-0) en una acción de balón parado.
Los 'Diablos Rojos' que llenaron de esperanza a todo un país gracias a una añada de futbolistas de innegable calidad ofensiva, una estructura de juego imaginativa ideada por el español Roberto Martínez, y un excepcional portero como Thibaut Courtois, se volvieron a encontrar ayer con el muro de las semifinales.
El mismo muro que hace 32 años dejó fuera de disputar otra final, la del Mundial de México 1986, a los Jean-Marie Pfaff, Eric Gerets, Enzo Scifo, Jan Ceulemans o los hermanos Franky y Leo Van der Elst que fueron superados por Argentina en las semifinales de aquel torneo; se apareció ante los 'Diablos Rojos' de 2018.
Una caída aún más dolorosa porque fue en una semifinal verdaderamente igualada, en la que Bélgica llevó el peso del partido (60 % de posesión frente a 40 %, casi el doble de pases, 629 a 342), pero en la que la profundidad fue gala: con 19 ocasiones francesas (cinco a puerta) por nueve belgas (tres entre los tres palos).
"Estos jugadores no merecen abandonar el torneo de esta forma. Es una gran generación. El fútbol belga tiene talento, un gran talento. Queríamos ir a la final, los jugadores mostraron un espíritu de equipo increíble, pero cuando el resultado no se da, solo podemos estar decepcionados", dijo tras el partido el entrenador de Bélgica, el español Roberto Martínez.
Su planteamiento consistió en poblar el mediocampo incorporando a Moussa Dembélé en lugar del sancionado Thomas Meunier, con un esquema mixto que pasaba de los tres centrales con dos carrileros al atacar, a la línea defensiva de cuatro al defender.
Logró la posesión, pero sus ocasiones se concentraron en la primera media hora, siempre de la mano de Eden Hazard y con un disparo claro a la media vuelta de Toby Alderweireld. Ante ellos aparecieron los centrales galos Samuel Umtiti y Raphael Varane, y en última instancia, un inspirado Hugo Lloris.
Sin embargo, cuando Francia consiguió estirarse al contragolpe, Bélgica no encontró la receta para parar las acometidas de Kylian Mbappé desde la derecha, o evitar los robos de Antoine Griezmann en la zona central. El gol de Umtiti, de cabeza tras un saque de esquina en los primeros cinco minutos del segundo tiempo, noqueó a Bélgica. Y la búsqueda del empate tuvo más insistencia que criterio.
"Francia defendió muy bien y eso hay que valorarlo. Incluso sus atacantes contribuyeron en eso. Significa que nos valoraban. No estuvimos inspirados, ni acertados en la portería rival. Tampoco tuvimos suerte", lamentó un Roberto Martínez que admitió que fue "un detalle" lo que decidió el finalista: el cabezazo de Umtiti.
Los 'Diablos Rojos' dieron un paso más respecto al Mundial de Brasil 2014 y la Eurocopa de Francia 2016, donde se quedaron en cuartos de final. Esta vez se situaron entre los cuatro mejores equipos del torneo, tras dejar por el camino a Brasil (2-1) en una gran lección táctica ante una de las favoritas.
Sin embargo, esta eliminación deja una sensación amarga ante una generación en su plenitud futbolística: Hazard (27 años), Lukaku (25), Mertens (31), De Bruyne (27), Courtois (26) tendrán probablemente uno o dos torneos más en conjunto, pero en pocas ocasiones lo tendrán tan en la mano como en Rusia 2018.
"Creo que esta plantilla tiene futuro, espero que podamos hacer un par de torneos más con este grupo, podemos seguir adelante unos años más y merecemos algo más que una semifinal", aseguró tras el partido el defensor Jan Vertonghen (31).
Kompany (32), otro de los veteranos, quiso quitarle hierro en conversación con EFE al aspecto generacional.
"Las generaciones vienen y van, para el fútbol belga seguirá habiendo oportunidades para hacerlo bien en el futuro. Hemos permitido al país ser más ambicioso, creer en su propio talento y sus capacidades. Creo que hemos hecho algo bueno para el futuro del fútbol belga, seguro", dijo el defensor del Manchester City.
Uno de los pesos pesados de este equipo, el centrocampista Kevin De Bruyne, recordó que Bélgica es un país "pequeño" (tiene algo más de 11 millones de habitantes) y que debe sentirse "afortunado" por el equipo que tiene y su papel en este Mundial.
"¿Quién habla de generaciones? Somos un país pequeño, tenemos que sentirnos felices y afortunados por tener el equipo que tenemos. No tenemos los recursos, la infraestructura, el dinero que tienen otras naciones y tenemos un buen equipo que hizo un buen torneo", manifestó.
Para el central Toby Alderweireld, Bélgica tiene que estar orgullosa por haber ofrecido "probablemente el mejor fútbol de este Mundial", según dijo a EFE.
"Creo que ahora no es el mejor momento, pero luego estaremos orgullosos. Tenemos que pensar en el tercer puesto, porque queremos acabar de la mejor manera", cerró el central del Tottenham inglés.
La generación dorada del fútbol belga ya no tendrá la final que tanto deseaba, pero aún puede batir un hito: mejorar el cuarto puesto de México 1986 ganando en la final de consolación al perdedor del Croacia-Inglaterra. Un premio menor pero un broche positivo al sueño inconcluso.