Iñaki Dufour
Madrid, 11 jul .- "Me resultó más fácil marcar los cinco goles a Camerún que pasar el control antidopaje", decía Oleg Salenko, entonces con 24 años, cuando pasó a la historia de los Mundiales, con una plusmarca que permanece aún imbatible: sus cinco dianas en un partido, el 28 de junio de 1994 en Estados Unidos.
Un 6-1 a Camerún en el estadio Stanford de Palo Alto que sigue imborrable en los libros, entre las gestas más grandiosas de los torneos de fútbol.
Tardó una hora en anotar los cinco goles, del minuto 16 al 75. Y dos horas en pasar el control, casi deshidratado por los 40 grados que soportó durante el partido. Necesitó cinco cervezas sin alcohol y un litro de agua para orinar para la muestra.
Ya entonces era consciente de su inigualable marca, pero quizá no de toda la magnitud y del recorrido que ha tenido después, aún inalcanzable. "No me di cuenta de verdad de que tenía un récord de la Copa Mundial hasta después de terminar mi carrera", confesó en una entrevista a la FIFA, más de dos décadas después de su hazaña, completada como máximo goleador del torneo junto a Hristo Stoichkov.
El 28 de junio de 1994, Rusia se jugaba la clasificación para octavos de final del Mundial de Estados Unidos contra Camerún. Ni siquiera el triunfo garantizaba el pase. Oleg Salenko, suplente en el debut contra Brasil y titular y goleador en la segunda cita ante Suecia, con derrota por 3-1, repetía en la alineación titular.
No intuía que iba a entrar en la historia. "Yo era compañero de habitación de Dmitri Radchenko y los dos terminamos marcando contra Camerún. La noche anterior al partido, soñé que iba a marcar muchos goles. A veces se tienen premoniciones así. ¡Pero no pensaba que fuese a conseguir cinco!", exponía pasados los años el exdelantero, cuya selección, a pesar de su exhibición y del 6-1, quedó eliminada.
Goleador ese día de casi todas las formas posibles, primero al recoger un rechace, después al aprovechar la distracción de sus rivales, luego de penalti, más tarde con un tiro a media altura y finalmente con un disparo cruzado, mientras la pantalla gigante del estadio iluminaba la frase 'récord de la Copa Mundial', tampoco preveía que aquel encuentro sería el último suyo con la selección.
Oleg Romantsev, que asumió el banquillo del equipo al término del Mundial, no contó más con él. "Cada entrenador elige a los jugadores según sus conceptos particulares, y en esta ocasión, tanto mi ayudante como yo, hemos pensado que otros jugadores pueden hacerlo mejor", decía el técnico, acusado de "dictador" luego por Salenko: "Parece que está vengándose de los jugadores que fueron al Mundial".
Por entonces, Salenko ya jugaba en el Valencia. Ya había dado el salto que se preveía mucho más veloz cinco años antes, cuando el entonces juvenil, que había debutado como profesional en 1986 con tan solo 16 años para el Zenit de San Petersburgo, su ciudad natal, se coronó como máximo goleador del Mundial sub'20 en Arabia Saudí.
Fichado por el Dínamo de Kiev, en el primer traspaso de la Unión Soviética en el que hubo oficialmente intercambio económico, según la FIFA, y máximo goleador de la Liga del país en 1989-90, con 18 tantos, el Logroñés le reclutó en enero de 1993, como segunda opción, porque su primer interés fue por Tishkov (Torpedo de Moscú).
Frustrada la primera operación, fructificó después la segunda, que llevó a Salenko hasta el equipo español, en aquella época en Primera y que pagó 17 millones de pesetas (unos 102.000 euros) al Dínamo de Kiev. El delantero de 23 años cobraba en el Logroñés el salario mínimo interprofesional: 58.500 pesetas al mes (unos 352 euros), según reconoció en aquel momento Jesús López, entonces gerente del club, además de facilitarle una vivienda y un coche.
Triunfó en el Logroñés, que lo adquirió en propiedad y elevó su sueldo en junio de 1993 hasta unos 195.000 euros anuales. Esencial para su equipo, al que dio la permanencia en dos cursos consecutivos, en 1993-94 marcó dieciséis goles para jugar luego en el Valencia, el Glasgow Rangers, el Istambul Sports y el Córdoba.
Retirado desde 2001, residente actualmente en Kiev, donde juega con la selección de veteranos de Ucrania, en 2012 recibió una oferta para vender su Bota de Oro del Mundial 1994 "a los Emiratos Árabes Unidos, donde tenían previsto organizar un gran torneo y abrir un museo de logros deportivos", según relató en una entrevista a FIFA.
"Al final, el torneo no se jugó y el proyecto quedó en nada, pero a mí me alegró. Cuando me lo pidieron, lo dejé expuesto en el restaurante del Estadio Olímpico de Kiev, para que la gente pueda ir a verlo y sacar fotos, y generar interés. Me gustaría que el trofeo trajese algo de atención durante el Mundial de 2018 en Rusia, porque es un reconocimiento a toda la selección nacional rusa, no sólo a mí", continuó Salenko, historia desde 1994 de los Mundiales.
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