Rodrigo Zuleta
Berlín, 13 jul .- El nombre de Gerd Müller se asocia irremediablemente a los éxitos del Bayern Múnich y de la selección alemana en los años setenta y, con el tiempo, se ha creado un consenso en torno a que -pese a otros grandes nombres como Franz Beckenbauer o Paul Breitner- él era el jugador clave de aquellos equipos inolvidables.
"Gerd Müller es el jugador más importante y más grande que ha tenido Alemania desde 1954", dijo Breitner con motivo de alguna conmemoración.
"Gerd Müller es el FC Bayern, Gerd Müller es la selección alemana. O, mejor, el FC Bayern y la selección alemana son lo que son gracias a Gerd Müller, el fue el que nos trajo los títulos y las copas", agregó.
Algunos de sus diversos récords permanecieron imbatidos por mucho tiempo y hay uno, el de 40 goles en una temporada en la Bundesliga,
que todavía no ha sido igualado por nadie.
Cuando Miroslav Klose, el 6 de septiembre de 2013, igualó su récord con la selección alemana, apareció un artículo firmado por Müller en la revista SportBild.
"Me alegra que hayas sido tú quien ha igualado mi marca de 68 goles. Pero tengo que decir que yo necesité un par de partidos menos", escribió Müller.
Müller hizo sus 68 goles en 62 partidos internacionales, mientras que Klose necesitó 129 partidos con la camiseta alemana para igualar la marca.
El último gol de Müller en un Mundial fue también su gol más importante con la selección y le dio el triunfo a Alemania sobre Holanda, en la final de 1974.
Lo que pocos sabían, o al menos no se había hecho público, era que cuando Müller felicitó a Klose por igualar su marca de goles con la selección ya se habían notado en él los primeros síntomas del Alzheimer.
El momento clave fue un viaje de las inferiores del Bayern, a cuyo cuerpo técnico él pertenecía, en el que, en una tarde de 2011, terminó deambulando desorientado por las calles de Trento.
Finalmente alguien lo llevó de vuelta al hotel y luego se organizó su retorno a Múnich bajo el pretexto de que tenía obligaciones que atender. La enfermedad sólo se hizo oficial en 2014 y, hasta ese momento, todo el mundo, o casi todo el mundo, había respetado la discreción que había pedido el Bayern.
Nadie quería, según escribiría más tarde el diario "Die Welt", ser el primero en dar la noticia de la desgracia de una de las más grandes glorias del deporte alemán.
El caso de Müller es uno de tantos es los que una estrella tiene dificultades con organizar su vida una vez terminada la carrera.
Tras ganar una Eurocopa, un Mundial, tres Copas de Europa cuatro Bundesligas y cuatro Copas de Alemania, Müller dejó el Bayern para marcharse al Fort Lauderdale Striker de la liga estadounidense.
En Florida termina su carrera, pone un restaurante, se aburre y empieza a beber en exceso. En 1984, vuelve a Múnich donde no tiene mayor cosa que hacer; juega al tenis, ve televisión y sigue bebiendo.
De cuando en cuando, jugaba algún partido de veteranos y a veces se hacía sustituir alegando alguna molestia y luego sus compañeros lo encontraban bebiendo en el vestuario.
"Uli, Gerd necesita ayuda y algo que hacer", le dijo el exportero Sepp Maier a Uli Hoeness que, por esos años, era director general del Bayern Múnich. Según Maeier, desde que Müller llegaba se notaba el olor a alcohol.
Hoeness llamó a un periodista de la revista "Der Spiegel" que había escrito un libro contando su lucha contra el alcohol y le pidió ayuda y éste le recomendó una clínica de Murnau, a 70 kilómetros de Múnich.
Hoeness, según contaría Müller años después, iría a visitarlo todos los días mientras duró la terapia. Después le dio un empleo en las inferiores del Bayern, de las que posteriormente sería segundo entrenador, tras lograr su licencia. Con ello, "El Bombardero" tuvo una segunda vida tras la gloria.
También, al margen de esas tareas, Müller se ocupaba de atender a invitados importantes del club a los que entretenía contando anécdotas de su carrera. Y, de cuando en cuando, se ocupa en darle consejos a algún delantero que pasara por una fase de sequía goleadora.
"Lo primero que hay que saber, decía Müller, es dónde está la portería y yo lo sabía". También recordaba que no había motivo para tratar de hacer goles hermosos puesto que en el fútbol todos valían lo mismo.